09 septiembre 2010

Nosostros protegemos a los animales

Hoy la clase estaba recién lavada. Los niños se acurrucaban en los pupitres mientras la profesora dictaba a ritmo de estudiante estresado. Nadie se esperaba oír un grito grumoso al fondo de la clase. El del grito era el oso Ñangas. Tenía hambrecita.


Lo vi de cerca y comprobé que tenía los dientes muuuuy duros, listos para masticar (guiño). Ñangas se ha convertido en el oso más popular de la escuela, y además estaba muy enjuagado.

A medida que el Sol subía, los niños sudaban más y Ñangas se excitaba.

El otro oso de la clase está envidioso, pues ya nadie juega con él; quizás porque el olor de su orina es más intenso que el de la de Ñangas. Ese oso es Carpeto, llamado así en honor a la carpeta de la señorita.


Yo pude capturar su mirada de enfado.

Antes del recreo, sentimos el murmullo de una bola de plumas. Era el Paxarito ese…

No todo el mundo está de acuerdo con lo de prohibir que Paxarito venga a clase, pero a mí, desde luego, me ha decepcionado mucho. Me da igual si no lo dejan entrar.

Pero espera. Luego, al alumno número 10 de la lista se le cayó el paladar de porcelana. Al recogerlo bajo el armario encontramos a una vieja mascote. Estaba muerta.
Algunos niños lloraron del susto y otros se rieron (eso me pareció una falta muy GRAVE de respeto). Pasó el tiempo y, después de una investigación forense, descubrimos cuál era la cara del culpable… Es esta (mira abajo, por favor).


Sin duda, fue él el asesino. Quise darle su merecido, pero me fue imposible y sólo pude hacerle un retrato de su rostro homicida. La profesora, con tres palmadas alegres, se llevó al niño asesino al baño y allí fue donde recibió su condena, mientras los otros niños coloreaban dibujos de OSOS EN CELO INTENTANDO APAREARSE CON OTROS OSOS.

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