16 septiembre 2010

Lo creas o no, lo que vi fue hermoso

Lo que voy a contar sucedió hace unas horas.

Antes me acerqué a una ventana de esas de las que se abren. La abrí y luego me fasciné de pies a cabeza y de cuerpo total y completo. Lo que vi a través de ella fue a una persona que conozco. Era Rosario Cornelia Goséndez, pero muchos la conocen como la Pelafrú (-tas) porque trabajaba como cuidadora en el comedor de mi escuela actual y los niños siempre le pedían que les pelara sus jugosas frutas del postre. Sus manitas divertidas manejaban con destreza cuchillos y otras armas blancas y en un ZAS-ZAS-ZALAMERA desnudaban cualquier fruta, lista para ser triturada por los dientes de un humanito escolar. Sus manos siempren olían a pulpa… pulpa de fruta.

Pero ya no era como siempre solía ser… Ahora se ha convertido en algo más bello… En algo lleno de amor.


La Pelafrú es una de esas cosas Made of Love. Irradiaba amor por todos y cada uno de sus apéndices. 

Ella me miró mientras flotaba lentamente delante mi edificio sin vecinos en dirección hacia el firmamento nocturno sobre la ciudada. En sus OJAZOS pude ver su historia de principio a fin-fin. He aquí su biografía capturada por mí, concretamentalmente, la de sus últimos días:

«Rosario vivía cada día con Alegría e Ilusión. Un día, Alegría e Ilusión se fueron porque eran una pareja de lesbianas y deseaban empezar una nueva vida juntas fuera de esta ciudad.

Hace unos meses, Rosario, que amaba a su marido Paco Leto, empezó a agobiarse al notar que éste la despreciaba. Paco la infravaloraba y NUNCA le daba besitus de amour cubano que tanto le gustaban a la Pelafrú. Debido a todo esto, Rosario se divorció y experimentó su primera depresión cónica (la del cono). Como no quería seguir tristona y con la autoestima SUPERBAJÍSIMA POR CULPA DE PACO, analizó sus emociones para intentar estabilizarse y se dio cuenta de que tenía mucho amor tupido en su cardiocorazón. Esta opresión sentimental se prolongó hacia su mano derecha y por eso le salió un dedo nuevo… un dedo apasionado.

Después, su mano se dilató y se llenó del amor retenido en sus entrañas. Su mano era la herramienta por la cual expresaba el afecto pelando las frutillas a los niños que tanto la querían. Ahora, su mano era el símbolo absoluto de este sentimiento… La Pelafrú ascendió a una forma superior. Ahora es una criatura volátil, hinchada y henchida de flexlicidad, pues es muy flexible. La Pelafrú… había ascendido de categoría, AHORA ES DIVINA Y HECHA DE AMOR».

—Pelafrú, disfrute de su nueva vida —le dijimos nosotros desde nuestra ventana bien abierta.
—Gracias. Lo haré.

La Pelafrú se fue bien lejos. Yo derramé una lágrima. No había visto un ejemplo de amor concentrado tan bonito en todo el tiempo que llevo con vida. Luego miré hacia lo abajo de lo abajo; habían niños jugando a la bola frente a la entrada de mi edificio.

—¡Niños, contemplad a ese ser con aspecto de mano, es amor puro! ¡Me apuesto lo que sea a que vuestros padres divorciados no sienten tanto amor como ella! —les espeté desde mi ventana—. Es hora de cambiar. La vida del amor es lo que mueve cientos y cientos por dentro del alma que brota y sigue. No está agrietada y avanza aún siendo coja. ¡Es hora de aprender!


Los niños dejaron caer varias lágrimas mientras yo hacía lo mismo. Los conmocioné con mi filosofía. Una de mis lágrimas, arrastrada por el viento, cayó en la calva de un señor, pero me perdonó con la mirada y él también lloró un poquito.

Ha sido una noche brillante.

Esperamos que Poesía siga intacto y a salvo…

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