26 octubre 2010

El intruso

No he ordeñado mucha información interesante esta semana. Lo sentimos.

A veces, cuando no tengo nada que hacer, miro un objeto de mi casa para comprobar si puedo extraer alguna anécdota graciosa, interesante, vergonzosa, triste o… lo que sea, curucucú. Esta vez el objeto elegido fue mi mochila, fabricada con mochilé del bueno.


Lo que Yonson me dijo el día de la Fiesta de la Fruta me dejó desconcertadis. Es cierto que siempre cargo con esta mochila a mis espaldas y que la llevo a todas partes, menos cuando estoy en casa (eso era obvio ¿NO?) No puedo evitar separarme de ella… Hemos establecido un vínculo de esos de tipo humano-cosa que ninguna malvada tijera del destino podrá cortar. Esa mochila es como mi hígado, NO PUEDO VIVIR SIN ÉL. Esa mochila es mi compañera, mi aliada, mi correligionaria, mi apoyo, etc. Esa mochila y yo somos inseparables.

Lo he dejado bien claro, me parece. La utilidad de este maravillosísimo objeto es imprescindible en mi día a día. Pero, ¿piensas que tiene un aspecto un tanto infantil? Oh, pienses lo que pienses me da iguale…

Hace unas tres horas sobrevolé el foro oficial de la Fiesta de la Fruta, conocido como Macedonia de las Delicias. Tuve que comprobar si había alguna foto sacada por algún fiestero de mi cuerpo o cara. Pero la desilusión no tardó en llegar; no había fotos de mi persona, solo emoticonos primitivos, rectángulos rellenos de paréntesis deformes y rostros desenfocados de sumnongles borrachos tragándose ramos de perejil con lágrimas en los ojos. Qué repugnante.

Tengo la suerte de que al menos mis imágenes del evento frutal son más delizziosas y divertidas que las de ese foro con sabor a salsa agria de aguacate caducado. Además, mis imágenes contienen sorpresas, aunque una de ellas no es precisamente agradablus. Sin embargo, esa sorpresa era la prueba que verificaba una conjetura de la que hablaban en el foro-fofo. Una persona, según los recuentos y cuentos de Patri, NO HABÍA PAGADO ni un solo euro de la entrada de la fiesta. Esa persona es esta:


Qué desfachatez y qué ASCO. Ese careto se había ocultado como una comadruja entre las berenjenas. Qué mal ejemplo para los niños de hoy y del mañana… Menos mal que pude captarlo en esta imagen, justo detrás de la rebosante glándula mamaria de Patri. Yo soy la salvación; tengo la prueba que demuestra quién es el cararredonda o caradura que disfrutó de nuestros frutos sin pagar un monedito.

Me registré en el foro para comunicar lo de la intromisión a Patri. Después de escribir el mensaje, creé este GLIF animadísimo y lleno de technicolor para estimular tus ganas de buscar a este individuo. Míralo y pon un poco de tu parte, que muy lejos no tiene que andar este verrugo indeseable.

21 octubre 2010

Psicodelia encima de la mesa

La Fiesta de la Fruta no nos dejó tan satisfechos como pensábamos; habíamos esperado algo más intenso y menos laborioso. Y por si fuera poco, esta semana se puso gruñona nada más comenzar, pues una oleada de trabajos de clase nos asedió sin darnos tiempo a tomarnos un respiro. Qué porquerín… los deberes de clase deben hacerse en clase, NO EN CASA.

Pero yo tuve un flash en la manga: copié textos de páginas tramposas en internet para terminar los trabajos antes y así quedarme libre de tareas para poder explorar la calle. Solo espero que los profes no sean tan perspicaces y averigüen mis cibertretas, por que si no, se armará la Mariolé y mi vida no está ahora para tantas castañuelas.

Hoy por la tarde la pelota solar brillaba mucho y yo salí de mi edificio para sentirme libre under the sun por el parque de Maraguarrada. En un día caluroso y deshidratante como este nunca se me ocurriría beber algo caliente, pero el lugar que vendía líquidos que encontré primero antes de llegar al parque fue el sitio ese… La teteretería.


Se llama Cálido Romance pero nadie sabe porqué. Quizás habría quedado mejor bautizarla como cierra la boca y para de llorar porque en sus entrañas se dice que, hace quince años, una floripondiosa dama de honor fue violada asquerosamente. Me contaron que el violador fue el antiguo dueño de la tetería y que drogó a su víctima con un té malévolo para aprovecharse de ella. Hoy en día sigo sin saber la veracidad de ese espantoso suceso, pero puedo respirar más tranquilis porque el dueño del local es actualmente otra persona.

Yo entré con cuidado en el interior de la tetería, no quería llamar la atención como lo hacen las gentes de bajos barrios y alrededores pues el sitio aparenta tener mucho CACHÉ. Cuando accedí al patio, atisbé una cara conocida que me atrajo hacia ella como por arte de gravedad, sin yo quererlo realmente. Esa cara estaba conversando con otra cara que YO NO conocía en absoluto.


—Discúlpenme, no quiero arruinaros vuestra luna de miele —me excusé con algo de vergüenzah…
—¿Qué dices, joven? Si no has hecho nada malo. Además, no estamos casados —explicó el gracioso caballero de sombrero y gafas.
—Me parece entender, me parece entender.
—Oye, tu cara me suena. Hace un mes me pillaste tomando el té en mi casa.
—Sí, y usted estaba desnudo tentándome con una taza. Qué horror.
—Jajaja, cierto. Siento haberte dado una mala impresión pero es que yo suelo andar como mi madre me trajo al mundo por mi casa. Y… tú miraste indiscretamente por encima del seto de mi jardín. Así que si alguien ha hecho algo malo o depravado has sido tú. Yo simplemente practicaba nudismo en un lugar privado —argumentó el caballero.
—Tiene razón. Por favor, no me haga daño y no quite el dinero mío.
—Qué disparates dices… No voy a hacerte nada de eso. Es más, yo te ofrecí a tomar el té en mi casa pero... vi que no te atrajo mucho la idea.
—Pues no, muff, muff…—negué con cierto retraimiento.
—Bueno, deja que me presente que ya es hora. Soy Odberto de Bohemme —dijo sonriendo.
—Encantadis. Mi nombre es el que le voy a susurrar al oído —anuncié mientras buscaba un orificio auditivo en la extraña cabeza de Odberto.
—Oh, ¿No te gusta decirlo en alto? Pero si es muy bonito —confesó Odberto.
—Ay, la vida es dura.
—En eso estoy de acuerdo. Ahora déjame presentarte a mi acompañante. Se llama Jonapy J. Grito.
—¡Sííííí, ese soy yo! —respondió la persona que estaba abstraída con la lámpara bibombillada que brillaba sobre su cabeza.
—Buenas tardes, my lady —saludé con una pequeña genuflexión.
—¿Lady? Yo no soy una señora —respondió sorprendido.
—Oh, discúlpemela.
—¿Por qué no nos acompañas y te tomas un té con nosotros? Yo te invito.
—No, gracias, Odberto. El té me deja los codos llenos de electricidad estática.
—Qué reacción tan curiosa. Pero al menos siéntate, que las sillas están hechas para usarlas.
—Ok —me senté habilidosamente y luego presté atención a algo que colgaba de un cuello —Oh, Jonapy, eso que llevas ahí ¿no es el medallón que usaba una bruja inglesa para hacer mover sus bragas en el aire?
—¡No, en absoluto! Esto es un pentáculo.
—Maravilloso, ¿puedo tocarlo?
—¡NOOOO! Que si no tengo que ponerlo en remojo hasta la próxima conjunción planetaria de los planetas purificadores —Jonapy adoptó una SUPEREXAGERADA expresión de asombro.
—Ufff, vaya problemón —alejé mi mano de su cosa de no tocar y luego me fijé en otra cosa que colgaba—. Ey, ¿y ese lacito rosita que está atadox a la silla?, ¿qué cuelga de ella, tu dignidad?
—¿Mi dignidad? Oh, jajaja, no, es mi gato Sombra-Miau. Es un minino maravilloso, a pesar de que a veces se volvía muy travieso y me hacía algo de daño. Me lo regalaron cuando se murió mi abeja, mi antigua mascota.


—Es adorabley. Aunque no entiendo porqué está tan aplastadito.

Jonapy se envolvió en un sentimiento melancólico al oír lo que dije y después me explicó lo que le pasó. 

—Está aplastado porque, hace unos días, cuando estábamos jugando al tarot junior en el salón, el microondas y la bañera se le cayeron encima. Fue todo tan rápido… No pude evitar la catástrofe.
—Oh, pobrecito, no se lo merecía.
—Pero, aprovechando que está casi bidimensional, cogí la tinta que guardé del calamar que se me murió hace unos años y teñí a Sombra-Miau de negro. Ahora parece mucho más una sombra. Lo malo es que casi no hace nada, solo parpadea y gruñe.
—Jonapy, siento mucho de veras lo que le ha pasado a tu felino azabache —dijo Odberto.
—No pasa nada… la depresión se esfumó y mi alma de cristal tiene ganas de beber.
—¿Quieres tomarte otro té? ¿Cuál quieres tomar?
—Tengo ganas de… —mencionó Jonapy dubitativo.
—¿Ganas de qué?
—Miiiiiiiiiiiid…
—¿Mid?
—Sí, Mid.
—Ah, M.I.D. son unas siglas que significan Manzanilla Inmensamente Dulce. Es la manzanilla de siempre pero con una buena cantidad de miel muy dulce —explicó Odberto con un aire sabiondodo.
—Oh, no la conocía.

Un camarero gentil apareció, luego desapareció y luego apareció nuevamente con la infusión que había pedido Jonapy. Este se la empezó a tomar a sorbitos de paloma.

—Qué gracioso, me recuerdas a una vaca lechera.
—¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ, YO ADORO A LAS VACAS, SON SUPERMONAS!
—¡What a escándalo!

Cuando Jonapy se tragó todo el contenido de la taza, Odberto analizó los posos y descubrió algo sospechoso: era un residuo inocuo llamado weissina que no hace daño a nadie, excepto a Jonapy que es alérgico a ella. No hubo que esperar mucho para ver a Jonapy comenzar a delirar.

—¿Qué me ocurre? Esto no es un cuento de hadas y algo va mal…
—Jonapy, la infusión tenía weissina y no nos dimos cuenta.
—Joder, no ¡No puede ser, NOOO!

Jonapy comenzó a experimentar una serie de temblores y escalofríos además de un terrible pánico.

—No quiero que venga ella, ¡No quiero que venga! La muy fea viene siempre en los peores momentos.
—¿Quién es ella, la Señora Hemorragia?
—No, se trata de Hea… ups, quiero decir, de Ti-si, la doble de Jonapy. Se desprendió de su alma cuando Jonapy abandonó su fase afro y ahora ella quiere vengarse por haberla dejado sin cuerpo y transformada en una visión que solo él puede ver.
—¡Ahí está, AHÍ ESTÁ, EN LA MESA DE EN FRENTE! Me está mirando fijamente… —el terror de Jonapy era muy intenso.
—Jonaaaaaaaaaapyyyyyyyyy, vengo a por ti ♪.


Nosotros no podíamos ver a Ti-si, pero Jonapy nos explicó como era su aspecto con exactitud.

—Jonapy, he venido a buscarte.
—¡NO QUIERO IR CONTIGO, VETE, SAL DE MIS PESADILLAS!
—¿Cómo? No me he pegado este viaje desde la Península de Cocos para escuchar tu rechazo. ¡Tú vendrás conmigo quieras o no!
—¡POR FAVOR, DESAPARECE!
—¡NO DESAPARECERÉ! Tú y yo volveremos a ser uno y para conseguirlo tenemos que largarnos de este mundo.
—¡YO NO ME MOVERÉ DE AQUÍ, MONSTRUO!
—¿Cómo que no? Nosotros nos iremos juntos a pasarlo bien al Planeta X. Allí nos espera la Gran Ballena y si nos vamos ahora tardaremos veinte años en llegar, justo cuando el cetáceo comienza su época de celo. Ya verás qué diversión —la imaginaria Ti-si estaba deseosa de juerga horripilante.
—¡POR FAVOR, NOOOO! ¡NO QUIERO IR A ESE PLANETA!
—¡CÁLLATE! Prepárate bien porque OVNI-Laura nos aguarda. Y espero que hayas traído sedantes porque el despegue va a ser MUY DOLOROSO.
—¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!


Jonapy casi se desintegró del doloroso miedoh cuando Ti-si se abalanzó sobre él. La gente de las mesas cercanas contempló estupefacta como el joven gritaba y gritaba SIN PARAR.

Pero no te alteres, la cosa acabó bien. Jonapy se desmayó y a la hora y media se despertó en el hospital. Odberto decirme a mí por teléfono que Jonapy se quedó libre de secuelas y de heridas y que ahora está en su casa viendo pelis para olvidar el trauma. Le costará mucho quitarse a Ti-si de sus pensamientos.

La tetería ha ganado otro capítulo negro en su historia que además le afectará de lleno en su negocio. Si antes la gente no quería entrar para ver a un supuesto violador ahora querrán menos si se vende té tóxico que te hace alucinar (aunque lo de la alucinación de alucine fue cosa de la alergia de Jonapy). Creo que esta tetería acabará cerrando, pero me da igual… YO NO TOMO TÉ.

16 octubre 2010

Vitaminas y celulosa para todos

Aquellos que tenían pensado ir a la Fiesta de la Fruta debían haber quedado hoy a las 09:30 en el borde del parque de Maraguarrada. Yonson Marcelo y yo habíamos decidido ir a la fiesta y lo teníamos todo preparado.

Yonson Marcelo fue el primero en llegar al parque. Estuvo junto a una acumulación de personas que parecía girar en torno a la parada del Fiesta Bus, un autobús exclusivo para gente sonriente con ganas de juerga y sed de diversión. Yo me retrasé un poco por culpa de los obstáculos, despistes, contraturnos y minitiempos que cayeron como meteoritos en mi vida justo después de desayunar. Pero gracias al tráfico, el Fiesta Bus llegó más tarde que yo.

Cuando llegó el colorido transporte, la gente se introdujo a cuentagotas en el Fiesta Bus por el orificio de la entrada. Yonson y yo nos sentamos en dos sitios de las profundidades: mi compañero en el asiento de la ventana y yo en el otro-otrete. Estábamos ansiosos por llegar a una de las mejores fiestas de la humanidad. El Fiesta Bus tardó más de hora y media en pasar por carreteras y pueblos hasta llegar a su destino. Algunos ''graciosos'' estaban esparciendo confeti de colores muy provocativos durante el trayecto solo para llamar la atención, pero ninguno de nosotros hizo caso a esos mendrugos escandalosos. Tales individuos deben ser siempre ignorados (toma nota de lo que digo).

El viaje había mareado a Yonson con crueldad. Creo que le hizo un ZOOM en la curva maldita y le viruleó el ojo hasta dejarlo aturdido. Su aspecto indispuesto le hacía parecer más zombi de lo habitual (pero yo no le dije nada para no ofenderle…).


—Yonson, ¿por qué no ingerir la famosa pastilla de mareo, nunca más a su debido tiempo? ¿No te das cuenta de que da más asco el sabor de los jugos gástricos que el sabor a capuchino del fármaco? —le dije al aturdido de Yonson.
—Joder, cállate, no me marees más de lo que estoy. Es que se me quedó la pastilla del mareo en la mesa de la cocina.

Fue un cuarto de hora después cuando Yonson Marcelo se volvió sano y desmareado. Al llegar al monte, las treinta y ocho personas del Fiesta Bus abandonaron la parada para dirigirse al lugar donde se celebraba el gran evento, justo en frente de un pequeño hayedo en cuyo interior se erguía una ruinosa atalaya. Allí, a las 11:40, nos recibieron la anfitriona de la fiesta y sus principales ayudantes.


Nos sentimos cautivados y emocionados por el ambiente frutal. Pudimos ver a la conocida Patri luciendo su espectacular tatuaje en su potente brazo y a Glenda Sabrosón, la animadora de eventos festivos con su bikini ambarino. Gustavo Estrugo, el primo lejano de Patri, sonreía cual uña recién cortada con UNA PIÑA EN LA MANO.

—¿Qué pasa, peña? ¿Hubo mareillo en el viaje, eh? Espero que no, porque tenemos que terminar de preparar todo esto y mi cuerpo rechonchito no está para tanto jaleo, así que necesito colaboración de la buena —comunicó Patri a los recién llegados.

Patri (Patricia Limonero para los que no tienen mucha confianza con ellah) es una miembro del clan Quincollado y tiene sangre de líder y de cumplidora. Su voz fuerte puede transmitir cualquier mensaje y siempre será oído por todo ser que ande cerca. Además Patri tiene style y sabe lucirse bien. Aquel día llevaba un vestido de cebra de frambuesa en donde se hallaba embutido su jamónico cuerpo.

Para que la fiesta estuviera animada hasta la saciedad, Patri propuso contratar a Glenda, que es una experta en dar marsha al cuerpo con todo tipo de músicas, gestos y contoneos. Cada uno debió aportar unos seis euros para pagar el oficio de Glenda entre otras cosas.

Parecía que todo iba a ir bien… La fiesta se sustentaba del Infalible Método de Patri (IMPAT), un método eficaz para que toda fiesta se desarrolle en orden y armonía. Y los tres pilares fundamentales que mantienen la Fiesta de la Fruta en pie son ese método, la energía fiestera de Glenda y obviamentosamente las frutas. Sin esos tres pilares la fiesta se sumiría en el CAOS ABSOLUTO para acabar finalmente en una destrucción completa. Pero eso no ocurrió.

Yonson Marcelo y yo nos sentamos en una mesa por orden de Patri a pelar frutas para hacer la gran macedonia. Fue en ese sitio donde algo dio a luz a un tema de conversación.

—Oye, ¿por qué siempre llevas esa mochila a todas partes? La has llevado hoy aquí, la llevas también a clase y cuando sales de paseo —nos cuestionó Yonson…
—La llevo porque sí, por que en ella llevo mis cosas y mis cosas las llevo porque sí.
—Ya…
—Ayayay…

Hubo un silencio muy chiqui y luego seguimos hablando.

—¿Cómo llevas lo de vivir sin tus vecinos?
—Bien, ya he superado la depresión post-aplastamiento.
—Tiene que ser raro eso de vivir en un edificio de viviendas sin ningún vecino.
—Sí, lo es. Pero se sobreviveh.

Me da la impresión de que Yonson Marcelo me ha propuesto ir a la fiesta por petición de su madre. Pensamos que su sentimiento maternal la ha impulsado a convencer a su hijo para que viniese conmigo hoy aquí. Creo que ella piensa que soy una persona solitaria que está pasando momentos difícileps y que necesita animarse. Pero es solo una impresión, aunque Marcelo y yo somos amiguillos.

Unos minutos más tarde apareció una cosa pelirroja con cara de gusano puntillista. Era Gustavo Estrugo, que vino a reprocharnos algo. 

—A ver, estáis hablando mucho y no os concentráis, y la fruta tiene que estar pelada para antes de las dos de la tarde —nos avisó el pequeño Gustavo.
—Estamos hablando pero pelamos igual de rápido como cuando estamos callados —le contesté yo.
—Ya, pero, a ver, no es lo mismo. Y… ¡Oh! Niño, tienes manchas amarillentas en el cuello y la ropa. ¡Eres un cochino! Seguro que también tienes las manos sucias.
—Pues no las tengo sucias —replicó Yonson Marcelo.
—Pero, a ver, algo de sucio tendrás. Venga, lávate con esas toallitas, que nos infectas la comida.
—Ya voy, mocoso.
—A ver, no me llames así, idiota. Y aprende a pelar más rápido —Gustavo cogió un mango del frutero para demostrar cómo se pelaba una fruta.


—Pero, a ver, ¿me estáis haciendo caso? La fruta se pela así —Gustavo alcanzó un cuchillo que estaba cerca del enorme recipiente lleno de arándanos.
—Yo la estoy pelando así.
—A ver, si hablas tan cerca de la fruta la vas a llenar de babas.
—Yo siempre controlo mis babas y nunca escupo a la comida. Domino la saliva mejor que nadie.
—A ver, si hablas pelas más lento, así que hazlo rápido ¡Y bien!
—Pues tú no la estás pelando especialmente rápido, chato.
—A ver, yo soy más pequeño que tú y aún así la pelo rápido para ser de mi edad y eso vale mucho.
—Me da igual que seas pequeño, la pelas tan lento como yo.
—A ver, no coges el cuchillo bien.
—Lo estoy cogiendo bien —dije a regañadientes. 
—A ver, no acerques tu bocaza a la fruta.
—No la he acercado.
—Pero, a ver, ¡coge el cuchillo bien! —exigió desesperado.
—Lo estoy haciendo bien, maldito plasta del demonio.
—A ver, te estás pasando y además… ti, tienes ese dedo sucio. ¡eres repugnante! Tira esa fruta a la basura, ya la has contaminado.
—No está contaminada, niñato repelente. Tú sí que estás contaminado con todas esas pecas que tienes en la jeta.
—¡A VER, PATRIII! ¡ME ESTÁ MOLESTANDO ESTA GENTE!

Patri estaba tan liada de manos y vegetales que el nerviosismo afloró en su interior.

—Gustavo, cállate la boca, sigue pelando y no vuelvas a gritar así. ¡Estoy de los nervios!
—Ya, Patri, pero a ver… —Gustavo nos abandonó y se fue tras su prima tercera.

Cuando Marcelo se limpió las manos, las frutas restantes se pelaron en unos quince minutos. Ay… Si la Pelafrú estuviera aquí habría pelado las frutas en un santiamén. Como ella… NO HAY NADIE.

Luego la fiesta empezó y Glenda comenzó a bailar usando los pasos de su etapa clásica pero siempre con un toque juvenil del siglo XXI. Todos los sumnongles allí presentes pusieron un poco de su parte en la preparación del evento, aunque hubo algún que otro perezoso QUE NO SE DIGNÓ NI A LLEVAR LAS BOLSAS.

Patri, en un descuido, dejó caer los melocotonios por la ladera. Desesperada, gritó al niño pelirrojo para que fuera tras ellos. Gustavo casi se despeña por el barranco de no ser por un tronco de haya que lo frenó a él y a la mitad de los melocotonios.

Finalmente, la Fiesta de la Fruta llegó a su desenlace. Solo hubo dos heridos y un vestido sucio (el de Patri, que le costó una fortuna). La fiesta fue una ardua tarea que realizar pero no llegó a culminar en la destrucción total. Quizás el año que viene sea mejor y tal vez traigan frutas más exóticas que las de este año. Pero si Yonson no me propone ir, no iré… Así son las cosas.

13 octubre 2010

Una experiencia llena de sorpresas y precios rebajados

Hoy por la tarde no había nada interesante que hacer en casa. Después de terminar y repasar los deberes en un periquete, me fui a la cocina para echar un ojo a la despensa porque tenía que comprobar la cantidad de cosas comestibles que quedaban, y… quedaban pocas. Mi apetito acabó casi con todas ellas el pasado domingugu.

El supermercado me llamaba, pero no lo hacía por un megáfono de esos de las películas, sino a través de la conciencia y del instinto de supervivencia. Tenía que capturar comida y otras cosillas usando la magia del dinerium que todo lo compra.

El transporte público me dejó CASI CERCA del supermercado y no tuve más remedio que subir esa cuesta asquerousa, pero la subí con ánimos porque me imaginé que era un globo de preescolar: inflado, ligero y suave. ¡Fyuuuch, casi volé! Casi, pero no.

Afortunadamente tardé solo unos tres y cuatro y picko (¿3 y 4 qué? No me acuerdo…) en llegar al supermercado Mercamoñas. Se llama así por el tipo de gente que va allí a comprar. Muchos sumnongles de monedero medio vacío y con escasa esperanza de conseguir un trabajo encuentran en este edificio alimentos, bebidas, potingues y utensilios a buen precio, ¡y servilletas que te absorben el alioli que se te queda en los morros cuando te comes un bocata!

Ojalá poder comprar más cerca. Lo haría de no ser por la gente molesta y perjudicial que gira en torno a los supermercados cercanos a casa, ¡pero hay que reconocer que La Tenducha de la esquina esa está libre de problemos!

A unos metros de la entrada del Mercamoñas pude ver a Olga Suprema: la dueña y jefa del supermercado. Su alto nivel de soberbia la había fusionado con el establecimiento y la agrandó y deformó hasta un límite exagerado.


Ella confesó a sus empleados que su nueva forma garantizaba un mejor control de la actividad del Mercamoñas y también reveló que le había aportado el don de engullir las mercancías nuevas que llegaban para luego depositarlas directamente en el almacén tras haber pasado por su esófago. El efecto negativo de este ahorro de trabajo conllevó al despido de los que cargaban tal mercancía al almacén y eso no fue algo muy agradableh…

Hay un rumor que dice que en los granos amarillentos de su alargado cuerpo esconde los artículos de mejor calidad para quedárselos ella misma. No sé si creer ese cuento.

Uff, Olga se ha quedado calva…

En la entrada saqué la lista de los productos que comprar. Lo primero que estaba escrito era aguas potables y refrescos. Con mi carrito corrí por el pasillito y entre curvas y esquinazos llegué a la zona bebidosa. No te puedes imaginar cuántos líquidos hay por allí. Sin embargo, había algo hecho de carne y hueso entre todos esos líquidos: era Zacariel Torpis, se hallaba fuera del alcance de los Papies y estaba inundado en un apuro muy húmedo.


Pobre niñato torpe. Su sed no se calmó por la boca… Si fuera menos bracicorto y más cerebrilargo habría salido sequito de la situación y no habría acabado empapado de producto y con los ojos irritados. Sus padres debieron de haberlo colocado dentro del carro.

Dejé atrás el FOLLÓN DEL SIGLO protagonizado por el niño mostrenco y fui a recopilar otros alimentos necesarios para seguir viviendo. En uno de los pasillos me encontré a una persona que estuvo muy angustiada hace no mucho. Se trataba de Remualda Ramírez, que iba acompañada por su niño pequeño llamado Hijo de un Amor que jugaba con su flexigomito.


—Oh, pero mira a quién tenemos acá. Hola, mi amor. Qué bueno verte —Remualda sonrió al vernos.
—Hola, Remualda, yo a usted la veo bien y sin forma de pelota.
—Sí, qué roche que me vieras así, pero como siempre decía mi mamita ''tenga fe en Dios que él le ayudará''. Como ya pasó lo peor puedo dormir tranquila.
—Me alegrox. Solo digo que Dios no ha hecho nada por usted, estaba demasiado ocupado entrevistando a su hermana —hablamos con voz baja para que no fuese percibida por Remualda.
—¿Ah?
—Espero que tenga más suerte, Remualda —deseé de corasón.
—Yo también lo espero. No tengo mucha guita pero tengo suficiente para comprar comida para mi niño y mi esposo, y con eso soy feliz ahora.
—Como debe ser. Yo me tengo que ir a seguir comprando productos.
—Yo también. Me alegró lorear contigo.
—Supongo que lo mismo digo. Y, por favor, haga algo; Hijo de un Amor va a acabar también como una pelota si sigue alimentándose con lo que compra.
—¿Cómo?

Acto seguido huimos y dejamos a Remualda algo extrañada.

Unos metros por el lado contrario de allá, notamos la presencia de un aura culinaria. Era la cociñeira...


Pensábamos que estaba perdida o que se había fugado de la casa de Marcelo, pero su mirada demostró que obviamente se encontraba en el Mercamoñas para hacer unas compras.

—Hola, cociñeira, ¿estás sola o has venido con alguien?
Rrrrrrrrrrrrrruuuuuuuuuuuuuuh… —la cociñeira señaló a la entrada para demostrarnos que no había venido sola. La seguimos hasta llegar a donde ella llegó.

Yonson Marcelo y su madre Iris Cariñesa estaban buscando un carro para usarlo y petarlo con productos. Al verme, se detuvieron ante nosotros.


—Jojojo, ¿tú por aquí? ¡Qué sorpresa! —dijo Marcelo.
—Hola, Yonson, hola, madre de Yonson. He venido a comprar.
—Hola, cariño. Nosotros acabamos de llegar —la señora Iris era igual de guapa que en su retrato. Al verla confirmé que de verdad ejercía de oculista ya que estaba ocupada tratando a su paciente Freddy.
—Yo cogeré dos cosas más y me iré por donde mismo vine.
—¿Pero piensas cargar todas las bolsas hasta el autobús y sin ayuda? Nosotros te llevamos a casa en coche junto con tu compra.
—Qué amabilidad, Yonson, pero ¿Y vuestra compra se llevará bien con la mía?
—Si lo que te preocupa es el espacio, no hay problema, a nosotros nos llevan la compra a casa —aclaró Iris.
—Lástima que no tenga dinero extra para pagar para que me la lleven a mi también. De todos modos, gracias, esperaré afuera hasta que terminéis de comprar.
—No tardaremos mucho. Tú resiste como un samurai.
—Por supuesto, mi Marcelo del barrio.

Antes de pasar MIS productos por la caja registradora, acaricié a la cociñeira bajo su barbilla. Estaba muy feliz y ronroneaba dulcemente.

Pasaron diez minutos de espera y luego apareció Yonson & co. con sus productos recién comprados. Me pidió que mirara un cartel adherido al ventanal de la entrada que había descubierto su madre.


—¿Te apetecería ir a la fiesta de la fruta? Seguro que mola mazo —me cuestionó Yonson.
—¿Es este sábado? Entonces creo que me animaré e iré.
—Genial. Me apuesto lo que sea a que encontramos gente interesante.

Finalmente yo acabé con mis bolsas en mi casa y Yonson Marcelo con su madre y la cociñeira en la suya. Oh, Yonson ♥, no sé qué puñetas haces que nunca se te va esa cara de zombi que tienes…

Por cierto, hace media hora Yonson Marcelo me llamó para planear cómo ir este sábado a la dichosa fiesta. Oye ¿Te vienes?

10 octubre 2010

Batallas de altos vuelos

Otra semana escolar se ha pasado hacia atrás (al pasado). He ejercido como guía de cole para Maselillo de por Vida. Le enseñado las zonas de máximo interés y le he mostrado, señalando con mi dedo verídico, los alumnos más peculiares y simbólicos del patio, los sitios y esquinas más adorados y pisoteados, el comedore~, los limpia-pasillos, el rellano de la copa ''tírala que no se rompe'' y la piscina en donde nada el delfín Silver Caribe, la mascota de la clase del profesor recién divorciado.

Maselillo me ha confesado que siente una especial admiración por los animales de la escuela. Estaba contento por poder contemplarlos y en ocasiones tocarlos con CUIDADO. También estaba triste por no poder ver a las fallecidas tortúgulas y a la mascota que fue asesinada con crueldad el primer día de clase. Lo único que pudo ver de ella fue un colmillo que estaba debajo del armario en donde el asesino le estampó la cabeza. Me guardé el diente puntiagudo como recuerdo, ¡ahora es mío!

Ayer, viernes, fuimos a la dichosa tienda de la esquina; necesitábamos alimentarnos. Compramos coles de Bruselo (o de mierda) muy nutritivas, comida buena, comida pequeña y los clásicos cereales del pavo real verde. No los compré para ver si tenían plumas, sino porque en el interior del paquete una sorpresa se escondía. Era una galleta de CD de ordenador con un videojuego grabado en su superficie.

Sin haber terminado los deberes, la tentación ganó a la paciencia y mi cuerpo no pudo frenar el acto de introducir el CD en la rajeta del ordenador. Tenía ganas de jugar… Además, hace casi medio año que no juego a los videojuegos, así que ya era hora. El videojuego es de la saga de El Proyecto del Tojeo, creada por el japonés ZUP, y trata de las aventuras de una ermitaña religiosa que habita en un templo maltrecho del bosque. Ella se dedica a lanzar la baraja prohibida a todas las personas que ve volando porque NO TOLERA que la gente vuele, a excepción de ella misma.

La historia de esta edishión del videojuego del Tojeo es conocida como El Objeto del Fufo y el resumen es el de abajo.

«Un día la sacerdotisa Reimunda se hallaba feliz barriendo el suelo de su templo. Había salido recientemente del juicio en donde la acusada era una bruja que había sido condenada a tres meses de cárcel por haberle robado a Reimunda la calderilla de toda una vida. Así se veía su semblante feliz tras el juicio.


Pero la apacible situación de Reimunda acabaría pronto… Su amiga Sanada la Cotilla le suplicó que fuera rápidamente a la montaña; quería enseñarle algo estremecedor que había visto. Su cara de espanto no dejaba indiferente a nadie.


—Joder, acabo de ver a la vajilla flotando por aquí, y no te miento, Reimunda —le confesó a su amiga la ermitaña.

La conservadora Sanada sufrió una fuerte ansiedad cuando fue adoptada por una pareja de lesbianas. Según ella, sus madres adoptivas estaban sumidas en la inmoralidad y el vicio, y que por eso había empezado a delirar. Se había convertido en una loca del monte y todo por culpa del apasionado romance de sus madres. Pero lo que decía era cierto: había ''platos'' volando, aunque se los conoce más bien como fufos u óvnidos. Ahora Reimunda se disponía a acabar con esas cosas que pululaban en el cielo.

Surcando el cielo, Reimunda se tropezó con mil y un demonios que acabaron derrotados por el impacto de su baraja oriental maldita. Solo uno de ellos se resistía más de lo normal: era la ratona Wens Nacerina y estaba de muy mal humor.


—¡A riquitín, a riquitán! Tú, moza del bosque, aléjate de mi casa y de mis retoños —advirtió Wens a la anonadada Reimunda.
—¡Eh, tú, Ratoncita Presumida, lárgate que tanto ratoneo me está poniendo mala!
—¡Desvergonzada, me llamo Wens! Esa burla ha mancillado mi nombre y por eso recibirás un escarmiento —Wens detestaba que la apodaran Ratoncita Presumida y para evitarlo llevaba consigo las cuatro letras de su nombre, para dejar bien claro cómo se llamaba.


Tras una pelea complicada contra Wens, Reimunda salió vencedora y directa al siguiente esperpento. Unos metros más arriba se cruzó con Tatareta la Golosa, una paragüera que se recreaba en su propia estupidez.


—Qué asco. Esta baja presión atmosférica está haciendo estragos en mi cuerpo. Tengo los pezones a punto de estallar, pero… ¿sabes tú qué otra cosa tengo que también está a punto de estallar?
—No me interesan los asuntos de tu marisco deforme de la entrepierna.
—¿Estás segura de que es marisco? —tras esto una ráfaga de viento desveló el sexo biológico de Tatareta al levantarle su falda.
—Joder, es una drag queen de la tercera edad. ¡Aparta, travelo asqueroso!

Reimunda derrotó al inocente viejo del paraguas y se detuvo ante la casa flotante de Byacurena. Su intuición era certera como siempre: Byacurena era la que estaba manejando el cotarro de esos odiosos fufos voladores. Su misión era jorobar con los fufos a aquellos que años atrás la encerraron en una nevera submarina por echar el tarot budista cuando estaba completamente prohibido en esa época. Recién liberada por su criada Wens, Byacurena, conocida como Macarena antes de haberse tragado un Byah, aprovechó su libertad y se fue decidida a entrenar antes de su enfrentamiento con la protagonista.

Reimunda luchó contra los leales tigres que antaño custodiaban la nevera submarina de Byacurena para asegurar su protección hasta su liberación. Cuando los tigres cayeron abatidos, Byacurena apareció para derrotar a Reimunda, que tan asqueada estaba de ver fufos volando por doquier.

La pelea entre ellas fue larga y dolorosa, pero Reimunda alcanzó la victoria y le dio a Byacurena una lección de modales para que no fuera tan despiadadamente rencorosa».

El juego es la crem-de-la-crems. Me ha fascinado de pies a cabeza pero pienso que es un tanto violento en alguna que otra ocasión.

Como colofón he incluido una postal de despedida que encontré por ahí, en donde aparece una imagen de Byacurena con un romántico mensaje promocionando su juego. Yo mismə escribí ese mensaje con un programa de edición de imágenes. Creo que los diseñadores se sentirán envidiosos de mí.

Adiós y juega al juego usando las TECLAS CORRECTAS.


06 octubre 2010

Los héroes de la clase y la fuerza que hay en mí

El ejercicio de historia (o histeria) había hecho mella en mi cerebro rosado y la incertidumbre no me dejaba dormir bien. Sin embargo, sentí que el alivio iba a llegar a la segunda hora de la jornada escolar, justo cuando la profesora revelaría la solución del ejercicio hacia todos los lados de la clase (incluyendo a los alumnos).

Pero antes de esa gran revelación pasaron cosas inexplicables pero memorizables. Me resultaron graciositas, dups…

Lo primero que sucedió fue un problema clásico de comidas y niños gordos, un problema común en la escul. Cuando todos los alumnos entraron al aula a las 8:57 como si fueran gusanos de tequila, Bruno Opupot se ofreció a alimentar a Carpeto. Bruno tiene las manos rechonchitas y no puede ser muy hábil con los dedos porque la grasa no le deja controlar bien sus movimientos. Esto provocó que al abrir la bolsa del pienso de Carpeto cayera al suelo gran parte de su contenido, ya que la rompió al tirar con demasiada fuerza. Se oyó algo como ¡PRRFAAAAGSH! en el momento del desastre. De esta manera acabó lo ocurridoh:


Bruno se había meado del susto. El charco de la entrepierna del niño torpe desprendía un hedor caliente. Ñangas se despertó al olerlo y comenzó a gritar.

—¡¡¡¡¡ÑAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAANNNNG!!!!!

La clase se sorprendió al escuchar tal alarido. Mientras la profesora fue a calmar a Bruno.

—Bruno, no te asustes; cierra el chorrito y recoge los cereales.
—S, sí, camarera…, digo, profesora. Pero yo… ¡mmmuaaaaaaaaaaah!
—No llores, Bruno. Vete al baño, aséate y me avisas cuando estés listo para llamar a tu madre, para que venga a buscarte lo más rápido posible.
—G, gra, gracias…

Pobre Carpeto… esta semana comerá un poco menos de lo habitual. Si pudiese comer los cereales con carne de Ñangas entonces compensaría su escasez de comida, pero es… alérgico a ciertos condimentos.

Ya en mi mesa, mientras la profesora leía el listado de alumnos en alto, pude ver que una silla cercana a mí acabó ocupada por una persona MUY POCO CONOCIDA, de la que apenas tengo datox.

Era Maselillo de por Vida, el ninio nuevo, y sin ninguna indicación previa me dijo algo:













—Hola.
—Hola —dijimos nosotros.
—Soy Maselillo. ¿Tú cómo te llamas?
—¿Has oído el nombre que acaba de decir ahora la profesora? Es el mío.
—Oh, interesante. Lo intentaré recordar.
—Eso espero, Maselines.
—Jejeje, tienes mucha gracia. Oye, ¿es buena la profesora? Me da la impresión de que es antipática.
—Es una persona de las buenas, por ahora no se ha comido a nadie. Y se llama Chelo Carabanchelo.
—Me apuntaré el nombre.
—Por cierto, ¿por qué has empezado el curso tan tarde?
—Porque he estado en el hospital operándome. Tenía las manos demasiado separadas del cuerpo.
—Comprendo tu situación, te lo aseguro.
—Oh, vale, vale. No hace falta que lo asegures.
—¿Qué ocurrió el viernes? Revolucionaste a algunas mujeres escolares y las volviste pícaras. Pero ahora ni siquiera Mamá Vegas te hace miraditas de uuuuh ♥.
—Pues no lo sé. Será por las sustancias que me rociaron en la piel de las manos para curarme —Maselillo se sonrojó a lo fruta-fruta madura.
—Eso habrá que estudiarlo.
—Sí, pues ahora estoy mejor. Quiero hacer amigos y conocerlo todo. Estoy ansioso por ser uno más.
—Lo serás. Otra pregunta, ¿por qué tus ojos son como dos pequeñas judías negras? ¿Acaso eres un familiar de Poubbideux?
—¿Cómo? Eh… No entiendo. N, no sé de quién hablas y mis ojos son la copia exacta de los de mi madre.
—Entendemos —respondimos extrañados.
—¿Eh?

Dejamos que los siguientes minutos fluyesen con normalidada. La profesora Chelo se quedó hablando en el umbral de la puerta con una silueta misteriosa y tímida que no metía las patas dentro del aula. Era la ocasión ideal para enseñarle a Maselillo el oso Ñangas.

—Mira, este es Ñangas.
—Sí, ya lo vi el viernes. Y a Carpeto también.
—Qué dicha. Me alegro —contestamos hipócritamente, pues nosotros queríamos enseñarle el oso antes que nadie.
—Oh, jejeje.









Ñangas seguía perezouso y revoltouso a la vez. No se levantó de su cama hasta las tic, tac… ¡9:30!

Queríamos enseñarle a Maselillo otras cosas. Le habríamos enseñado las dos tortúgulas, Mocio y Silvana, de no ser porque las hermanas Nishastie las mataron a mordiscos como dos leonas furiosas hace un año, cuando se introdujeron sin permiso en nuestra aula. Rompieron sus duros caparazones en un ataque de RABIA.

En la parte cercana a la ventana creímos divisar un cuerpo fálico y carnoso emergiendo del suelo. Pero nuestros sentidos nos fallaron; no era más que el brazo del Bebesitu solicitando leche desayunera.


Su forma de levantar el brazo no resultó ofensiva, a diferencia de cómo Maselillo alzó sus extremidades cuando se presentó ante la clase el viernes. Maselillo se enterneció al ver a Bebesitu, le pareció entrañable y lleno de carne de bebé.

La alemana Milchiga Saftigetitten se encargaba de prestar sus peshos a Bebesitu como una falsa mami para que los desayunara. Estaba al llegar.

Después, nuestra tutora invocó al silencio atmosférico para dar comienzo a la corrección de ejercicios que marcó la semana pasada. Todos abrimos nuestros cuadernos con destreza y agudizamos nuestros oídos.

Ah, doy gracias a todos esos entrometidos que han entrado en mi recopilatorio de vivencias sin mi permiso. Gracias por haber sugerido una respuesta en mi encuesta, aunque no haya servido absolutamente de NADA porque la cara falsa era la número dos. ¡Qué decepción!, pensaba que era la número seis. Yo había visto en sus ojos la palabra falso escrita por los dioses con letras supertecnológicas. Os juro que la vi, pero parece ser que me equivoqué…

Tuturutú… Pienso que Maselillo ha aprendido mucho sobre la escuela en estos días. Sin embargo, aún le quedan muchas otras cosas por ver. Qué inexperto es, joder…

03 octubre 2010

Caprichitos de fin de semana

Hoy es un día muy hogareño. La calle no parecía apetitosa al mediodía así que decidí sentarme sobre la superficie del sophá y clavar mi ojo, y su compañero ocular de al lado, en la máquina que las personas llaman tele. La tele estaba emitiendo imágenes, sonidos y luces de colores que se movían. Entre ellas pude ver al bebé Poesía y NO era un fantasma TV. Había aparecido en el telediario de la mañana y en este se anunció que el bebé seguía demasiado perdido y no encontrado por sus progenitores. Eso sí, habían pillado a unos pedófilos de colores que olfateaban guarderías y que eran posibles s.o.s.-pechosos de su desaparición. Desgraciadamente no encontraron pruebas de nada para incriminarlos. Además nosotros presentimos que ellos no tenían cara de haber jugado con las cositas del cuerpo inocente de Poe… Poesía.

—¿Cuándo lo encontrarán? A este paso el bebé se hará más popular que nosotros. Nadie nos presta atención y nunca hemos salido en la tele…

El tiempo transformó nuestras nalgas en algo similar a una bola de calcetines de hilo de grasa vieja. Era hora de levantarseh y de hacer los deberes.

El pasado miércoles la profesora marcó unos deberes que los estudiantes del aula debían hacer para corregirlos el miércoles de la semana que viene. Eran del segundo tema de HISTORIA. El tema me parecía divertidous de lejos, pero si lo miraba de cerca me entraban ganas de RAJAR la panza para aniquilar el abubú (uy, qué mono) o, como se dice correctamente, aburrimiento escolar.

En la página número ** el ejercicio tres estaba implantado en el papel. Era uno de esos ejercicios marcados. Sufríamos al borde del límite, muy desesperados e insegurios.

La solución de este problema no aparece, no aparece…


Me disculpo ante todos en este mismo instante; lo de ''caca mierdosa'' lo escribí porque me pareció gracioso, pero sé que es ofensivo. Intenté borrarlo en clase pero mi goma la estaba usando en ese momento un compañero cercano. Cuando me la devolvió se me olvidó por completo borrar esas vergonzosas palabras. Nunca jamás insultaré a una civilización antigua, nunca. Lo prometeto.

Siguiendo por donde seguíamos, quisiera pedir sin sonrojo algo de ayuda a algún experimentado en historia para que me diga cómo encontrar la solución antes del miércoles. Uno de nosotros piensa que la cara falsa, la impostora, es la número seis, pero el otro piensa que la número cinco es la mentirosa. Mi confusión es plena.

Al atardecer dejamos los deberes hechos y guardados dentro de la moshila. Teníamos antojo de cine y fantasía.

Ayer, sábado, fuimos al videoclups a las 19:30 para alquilar una película. Pero antes de entrar en el establecimiento, un hip-pee nos atacó con flyers y panfletos. Uno de esos papeles cayó entre mis dedos y no pude evitar ver la imagen que mostraba.


Jazpin Pipper es un joven muy sensible que vive en el ártico. Es famoso en Escandinavia por sus canciones basadas en cuentos infantiles y sus obras de teatro benéficas. En estos últimos meses, Jazpin ha intentado conmover a toda la humanidad para poner punto y pelota a la detonación de periquitos de mar, algo horrible que unos pescadores hacen para crear señales rojas sangrientas en el agua con el fin de atraer a ciertas especies de peces. Justin tiene un corazón de oro niñezco y esa virtud lo ha convertido en un santo de las nieves del norte.

Pobres periquitos de mar… Me dan miedo pero se les ama mucho por la ternura que derrochan al comer pescado & pulpito fresquito.

Cuando conseguí entrar en el videoclups, tiré el flyer a la basura y alquilé una perli que me llamó mucho la atención. Fue un éxito en taquilla cuando se proyectaba en cines.


Mi bichita, la atrapada ha enternecido a miles de corazones y glándulas similares en todo el globoh. La actriz Lincer Lonja encarna a la protagonista, una escarabaja cantarina, y Justice Boggada interpreta el papel antagónico de una bruja deprimida.

Voy a contar un poco de qué va esta historia: La hermosa bichita vivió esclavizada por la bruja durante muchos años de su vida, pero un día acabó expulsándola de su propio castillo por PURA ENVIDIA DE LA MALA. Tras su destierro, la insecta fue acogida por una familia de pueblo que la amó como si fuera una member más. Sin embargo, la bruja, que se dio cuenta de que la bicha cantaba como los ángeles, la secuestró y la llevó de nuevo a su castillo. Allí la encerró en las mazmorras para usarla como antidepresivo sonoro cuando la obligaba a cantar. Días más tarde, el joven apuesto de la familia, decidió ir a salvar a su falsa hermana insecta que tanto amaba cuando supo que estaba cautiva en la torre de la egoísta bruja. Sus canciones melodiosas no podían pasar desapercibidas.

No quiero arruinaros el peliculón contando todo el argumento. Solo os digo que esta obra maestra me ha alegrado una pasada la noche de este domingo dominguete. De no ser por ella, habría sido un fastidio inaguantable.

Hasta la próxima, ¿verdad?

01 octubre 2010

La difícil vida de un nene

Comenzaba una nueva jornada en la escuela.

Hace un par de días la profesora nos prometió que nos daría un regalo; sus dientes alargados no mentían. Hoy llegaba un ninio nuevo a la clase y quedaba un solo minuto para tal acontecimiento…

De pronto la puerta de la clase se abrió y vimos a la profesora con su jersey de color verde (roña). Detrás de ella percibimos una silueta infantil. Esta se acercó y sin decir nada estiró sus brazos al estilo Bebesitu pidiendo amore (por cierto, ¿dónde estás, Bebesitu?).


Maselillo de por Vida, el chico nuevo con cara de bebé, fue muy atrevido al hacer tal gesto con las manos. Sinceramente me pareció una falta de respeto para su primer día de escuelita. Dicho acto provocó un aumento de la libido en algunas jembras de la clase. Su excitación superaba a la de un osito amamantado de manera casera.

Conseguí captar varios rostros. Entre ellos el de Mamá Vegas. Ella es una de las mayores de la clase, tiene ojos de caniche y es dulce como la nozilla untada en babilounia. Se la veía muy enamorada.


A continuación capté el rostro de Little Aurora (o la Frussie). La nena estaba llorando; tenía vergüencita y ya no había más compañeras gordas en la clase para esconderse tras sus espaldas. Little Aurora, a pesar de tener una espalda perfecta para esconderse detrás, no pudo ocultarse tras ella porque era su PROPIA ESPALDA.

—Ey, Yamiley ¡sal de ahí! —gritó entre lágrimas a la chica que se agazapaba detrás de ella.

Pobre Aurora… su cara estaba llena de líquido salado.


—Buaaaah.

Luego se oyó un gritito pardo a la vez que húmedo al fondo de la clase, algo así como un ¡mwguaaaah! Muchos pensamos que había sido el pobre Ñangas al despertarse con tanto jaleo bebiense, pero nos equivocamos. El grito en cuestión provenía de Mamikala Binbo, la chica chinponesa (de chinpo y mayonesa). En su país gozó de cierta fama musical pero se cansó y se vino a la escuela con nosotros. Sus dotes musicales se debían en parte a su larga lengua y a su poder de salivación; segregaba más baba que una flor agachada en panties.

Lo que no me podía imaginar era que estuviese tan fascinada y excitada. Ya no era esa chica misteriosa de adornos místicos; se había convertido en un objeto digno de investigación.


¡¡Enguaah!! ¡¡Mwaaah!!

En fin, el día acabó con la profesora mandando al nuevo nene al despacho de la Cuerva (la directora). Se merecía un castigo por ese acto tan obsceno, pero creo que solo fue al despacho para coger un papel.

Desde hoy creo que algunas de mis compañeras no serán las mismas. Ahora que estamos en casa esperamos que para mañana las feromonas y la excitación bulbosa hayan desaparecido del ambiente…

¡Eh, chao!