05 noviembre 2011

Rebeldes en casa

El calendario y yo acordamos que hoy será un día para estar en casa. No habrá paseos por calles, barrancos ni rotondas. Lo sientox.

He elegido este día para descansar en el salón y también para repasar los apuntes que fotocopié ayer. También he decidido analizar la información que me han dado los nenes profanados por los Zipulas. Es poca pero fundamental para mi misión.

Asimetrio, el niño R de la máquina amarilla, dijo que la entrada a la gruta está en un lugar circulón rodeado de árboles. Por otro lado, Estela, la chica MP3, mencionó que la entrada se encuentra en un sitio circundado por setos frondosos, con una estatua y árboles rosas. Algunos detalles descriptivos coinciden sin pudor, pero temo que no se trate del mismo sitio. Si pudi-pudi pudiera seguir preguntándole cosas a Asimetrio y Estela sobre el escondite de los Zipulas LO HARÍA. Sin embargo no es posible ni recomendablep…

Hace tres días visitamos el parque de Maraguarrada para inspeccionarlo con cautela en busca de la guarida de los Zipulas. También fuimos la semana pasada y en ambas expediciones no encontramos ninguna zona rodeada por setos con una estatua, ni ningún árbol de color rosa. Qué porquería, solo vi las plantuchas de siempre y ese pelo verde del suelo que se llama hierba. Es frustranteeeee.

Por cierto, hablando de pelos y cosas frustrantes, tengo un nuevo problema en casa (joder). No me mosquea mucho porque no es muy chungus, pero es muy raro y no tropiezo con una solución. He aquí el problema:


A mí teléfono fijo le ha salido pelo porque sí. ¿A que es para reírse? O mejor dicho, ¿serías capaz de reírte de esta desgracia?

Como es algo irreverente que un teléfono haga eso, quise buscar las tijeras de la corte para cortar sus pelitos castaños, pero me daba miedo hacerle daño al pobre chisme. Aparentemente sus pelos son inofensivos, pero no quiero ni en broma tener que comprar champún para teléfonos, que no sé dónde lo venden. Y espero que no le pase esto a los otros aparatos de mi hogar.

Aparte del problema capilar del teléfono tengo otro dilema casero. Mi gato Perseo se ha meado fuera de su retrete arenoso. Estoy disgustadis por su rebeldía pero le he dejado bien clarox en donde debe vaciar su vejiga.

—Pórtate bien. No quiero que vuelvas a orinar en el cojín —le dije con severidad en el pasillo.
—Miaaau —respondió el gato con un tono raro.

Después de almorzar me fui a mi cuarto a ordenar y repasar los apuntes que ayer fotocopié. Mi gato, que no tenía deberes que hacer, se puso a olisquear el papeleo y los utensilios que sacaba de mi mochila y ponía en el suelo. Reaccionó de una MANERA MUY FEA cuando se acercó al montón de cosas recién sacadas.

—Perseo, ¿qué demonios te pasa?
—¡Muaaaaaaaaaaau!, hsssssssssssssss —bufó Perseo después de maullar enfadado.

Le acerqué uno a uno los objetos del montón para comprobar si uno de ellos le asustaba. Descubrí al segundo que el tocho de apuntes era lo que le incomodaba intensamente.

—¡MUAAAUAAAAAAAAAAAUUUU! —maulló cabreado antes de irse de la habitación.
—¿Tienes papirofobia o qué? —preguntamos anonadados —. ¿Acaso huelen al bocadillo de sobrasada que se estaba comiendo Remedios?

Mi nariz hizo de detective sabueso y corroboró que los folios olían solo a papel aburrido. Como no había nada sospechoso en ellos, no pude revelar aquello que disgustaba a mi Miau Maker.

Minutos más tarde, cuando clasifiqué los folios por asignaturas, mi gato volvió a mi habitación algo insegurio. Miró mis apuntes en el suelo y otras tonterías escolares desde lejos para ver si había algo que le asustara y parecía que no. Pero cuando alcé mis apuntes de biología religiosa, que estaban al otro lado de mis piernas, Perseo activó su rabieta gatuna.

—¡Miaaau!
—¿Así que es esto lo que te molesta?, ¿no te gusta la asignatura de biología religiosa?


—¡Miaaauauu! —maulló sintiéndose amenazado.

Experimenté un poco con mi gato y los papeles y llegué a la conclusión de que Perseo le tiene un miedo asqueroso a los apuntes de la estúpida asignatura de biología religiosa. No entender por qué… ¡si están impresos en el mismo papel y con la misma tinta que los otros!

Nadie me aclaró por ningún lado el motivo de la animadversión de mi gato musical a esos apuntes. No obstante, podré sacar partido a este truco para enseñar a mi gato a hacer sus olorosas cositas amarillas en su sitio. Menuda catsualidad; encontré en menos de veinticuatro horas una solución a este nuevo conflicto, ¡qué feliz! Espero que mi gato no me odie…

Por comodidad, quise grapar los apuntes de un mismo tema para que estuvieran siempre juntitos, pero mi grapadora no tenía munición. Estuve buscando grapas en algunas cajas de mi habitación pero no tuve suerteh. Sin embargo, encontré en una de ellas varios objetos interesantes, tales como broches, dados y pegatinas, que me hicieron chispirichín en la memoria.


Uno de ellos es el colmillo que encontré de Perluja, la mascota asesinada de mi clase, que convertí en un colgante hace ya tiempo. Es una de mis pequeñas artesanías y algún día lo llevaré colgado, cuando tenga ganas. Creo que no es una falta grave de respeto usar un trozo de su cuerpo como decoración. Yo he hecho este colgante para recordarla, pues la echo de menos de vez en cuando. D.E.P., Perluja (Descansa En Putrefacción).

Luego está esa jodida caja de antidepresivos medio vacía. Los empecé a tomar en septiembre del año pasado pero dejé de hacerlo porque sabían como a aceitunas mohosas y porque me estaban desconfigurando el cerebro. Me cambiaban de humor cada dos por tres y me causaban más tristezas que alegrías. También me daban taquicardias, calambres, deshidratación bucal y alguna que otra jaqueca. La próxima vez los compraré en una farmacia y no en aquella tienda decadente, aunque esta caja no la tiro porque me parece muy bonita.

Uuh, una última cosa antes de irme. En esta semana he colocado más carteles chillones con mi número de teléfono en la escuela, ya que el primero que puse ha desaparecido. Esta vez los he colocado más abajo en el tablón, a la altura de los ojos de un sumnongle de primaria. Tengo la esperanza de que contacte conmigo al menos uno de los dos niños que quedan que han visto a los viles Zipulas.

¡Llamadme, chiquis, por favor! (Ring, ring, ¿dígame? ) Lo digo en serio…

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