30 enero 2011

Necrofagia

Mira, me he pasado por el blog para relatar algo que me ha ocurrido hoy. No es nada divertido y feliz, es TODO LO CONTRARIO, pero no quiero hacer aspavientos de mi melancolie… no, no, no señor.

Ahora mismo estoy empapando sin querer las teclitas de mi teclado con mis lágrimas… bueno, ya no. Lo acabo de recubrir por precaución con un papel impermeable transparente para no romper mi amado portátil de las narices y las bocas.

Quiero olvidar por un rato mi congoja y mi frustración mediante la clásica terapia de hablar de otra cosa que no sea triste. Y eso haré… hasta el momento en el que explique lo que ocurrió.

Esta mañana dominguera cogí una fregonia y me puse a humedecer los suelitos de mi edificio sin vecinos. Como necesitaba algo de energía musical puse la radio, que estaba escondida en el cajón de la deshonra y la humillación, justo debajo del cajón de las cosas rotas. Esa radio atrapa ondas de emisoras que vuelan por el cielín, luego las engulle y finalmente las TRANSMITE a mis orejas de persona de barrio.

En una emisora no especificada se oyó el temasso del año: Cocaína. Es un single que está empezando a tener mucha popu~ (laridad). El locutor la anunció con mucho entusiasmo.

—Bien, amigos, sé que muchos de vosotros estáis medio congelados por las bajas temperaturas que hay en casi todo el país. Como soy bueno, os he traído un regalito que arrasa en Latinoamérica y que os llenará de calor si perreáis al son de la música. Se llama Cocaína y es la nueva canción de Yenni Black. Ahora… disfrutadla.

No fue una delicia para mis oídos oír esa canción. A continuación os dejo la prueba que demuestra lo HORRIBLE que es. Esta es la letra:

Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.
Cocaína, cocaína, cocaína, cocaína.

Pero cuando casi estaba se acabando se incorporó una nueva palabreja que rompió con la monotonía de la canción.

Cocaína, beibi, cocaína, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi.
Cocaína, beibi, cocaína, beibi, beibi.

—¡No quiero oír más! No más reguetón en mi edificio.

Nos fuimos corriendo a mi habitación aturdidos, la casa casi se nos caía encima por culpa de esa música. Del estante extraje un CD sucio que se podía escuchar si lo introducías en la minicadena. Lo metí con cuidado y aplasté el botón PLAY. El CD es de este álbum. Míralo.


Es mi grupo preferido y es 12.556.817.166.954 veces mejor que la Yenni Black. Mi canción preferida es la 4, Una canción dedicada a ti. Me entristece saber que este grupo lleva ya dos años disuelto… Y todo por culpa de aquella pelea absurda del micrófono grasiento y el calambrazo que ocurrió en el escenario en su gira por Giralandia. Fue bochornoso ver al bajista y al teclista zurrarse mutuamente mientras salpicaban al público con su sudor. La dantesca escena enfureció a unos e hizo llorar a otros. La situación empeoró meses después cuando unas terceras personas se enteraron de que la banda había plagiado dos canciones de un grupo decadente de los años ochenta. Vaya marroneo, mi Mini-Claire.

—Aunque el grupo se haya autodestruido, sus canciones serán recordadas. A diferencia de las de Yenni; esas se pudrirán como ciruela olvidadax —me dije hacía mis adentros cuando la limpieza acabó—. Esas canciones con ritmo de atún solo sirven para fornicar en la discofiesta. Atún, beibi, atún con pan, beibi, cocaína… Le quito la cocaína y el beibi y le pongo mayonesa de la mejor calidad y tengo un bocadillo para comer ahora.

Mientras hablaba sobre esa música, se me vino a la cabeza el almuerzo perfecto para comer hoy… aparte de otras cosas.

—Atún con pan, bocadillos de atún y mayonesa. Mmmmmmm…, delicioso…, delici… —en un lugar de mi cerebro brotó una reminiscencia de un suceso que ocurrió en el mes de diciembre—. ¡¡MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM!! —gritamos aterrorizados cuando nos dimos cuenta del despiste tan grave que tuvimos.

El mes pasado una criatura hambrienta nos pidió educadamente si le podíamos traer unos bocadillos de atún y mayonesa al lugar donde yacía inmóvil. Nosotros aceptamos ayudarla a alimentarse. Pero mi memoria se secó o algo ocurrió que, hasta el día de hoy, no me había acordado de prepararle y llevarle esos bocadillos. Me imaginé que era demasiado tarde. De todos modos, preparé los bocadillos, los envolví en papel de aluminio y los metí en mi mochila.

A las 14:05 salí de casa corriendo por las calles en dirección a las afueras de la ciudad. Estábamos terriblemente compungidos, casi nos tropezábamos con todas las esquinas.

Una vez allí, en las afueras, corrí hacia donde el Ente de Oort siempre estaba. Tardé dos minutos en plantarme ante el ente y, para mi sorpresa, lo vi tal y como me imaginaba que estaría.

MUERTO


Mi alma recibió una dolorosa puñalada a través de mis ojos. Sentí la amarga sensación de la culpabilidad y el horripilante pánico a la muerte. En su podrido cuerpo gusaneaban miles y miles de las famosas y temibles Maggots. Las Maggots, o larvas, habían creado gracias a las moscas una repugnante civilización en el organismo muerto del Ente de Oort. Habían devorado casi toda su carnita. Ahora se zampaban el ojo izquierdo de mirada inexpresiva que observaba la ciudad habitada por aquellos sumnongles que no le ayudaron en ningún momento (a excepción de la viejita que le abrigó en aquel día de nieva que te nieva).

—¡NOOOO! ¿POR QUÉ?, ¿POR QUÉ SE ME OLVIDÓ TRAERTE LOS BOCADILLOS? ¡LO SIENTO, ENTE DE OORT, LO SIENTOOO! —grité de rabia al firmamento. Estábamos muy enfadados con nosotros mismos—. Malditos gusanos… ¡Devoradme a mí!, ¡DEVORADME A MÍ! —pedí inútilmente a las larvas de mosca que con un pie aplastaba.

Cuando la angustia me poseyó por completo, cogí por el cuello la capa que cubría el apestoso cadáver del Ente que quiso bailar ballet. Luego, con un fugaz movimiento la levanté y la tiré… No debí haberlo hecho.

—¡DEVORADME A MÍÍÍÍÍ!

Solo el 10% de los gusanos estaban fuera de la capa, el resto se acumulaba en los órganos del tórax y en las piernas. Parecía una masa de arroz viviente que palpitaba como un solo ser.

—Joder, ¡QUÉ ASCO!

Con la mano en la boca a punto de vomitar me alejé del ente. Su esqueleto estaba parcialmente visible. La asquerosidad, combinada con los remordimientos, me impedían seguir estando cerca del ser sin vida. Nunca me había sentido tan mal… todo fue por mi culpa.

No estaba del todo seguris de que su muerte fuera por inanición pero era lo más probable. No había indicios de asesinato o de un accidente a simple vista.

—Lo siento mucho, Ente de Oort.

Me escapé a toda prisa de ese sitio con el corazón troceado. No quise evocar la imagen del cadáver, ni siquiera pensar si debí haberlo enterrado o no… Solo me limité a correr hacia mi casa. Por el camino me topé de nuevo con un señorito de color aguamarina y de silueta irregularmente dental. Se trataba de Odberto que se apoyaba VESTIDO en la puerta de su jardín.


—Oh, nos encontramos de nuevo —me dijo contento al verme.
—Sí —afirmé con seriedad.
—¿Te animas a tomarte algo conmigo en mi jardín? ¿Te apetece una taza de té? —me ofreció con amabilidad.
—¡Me apetece MORIR! —grité yo trituradis por la pena.
—Oh… Pe, pero… —Odberto se había enmudecido con mi contestación tan singular.
—¡YA BASTA! No quiero té, no quiero pompones de color rosa, no quiero gusanos, ¡NO QUIERO NADA! —Espeté con furia cuando me paré frente a la entrada—. ¡NO PUEDES SOBREVIVIR BEBIENDO SOLO TÉ!, ¡DEBES COMER BOCADILLOS DE ATÚN Y MAYONESA! ¡VAMOS, CÓMETELOS, CÓMETELOOOOS!

Saqué de mi mochila los tres bocadillos envueltos en papel de aluminio y se los tiré entre lágrimas y gritos al asombrado de Odberto que intentaba esquivarlos desde la entrada de su jardín. Solo uno le chocó en su enorme rostro pero no sufrió ningún daño.

Mi experiencia acabó cuando retorné a mi oscuro hogar. En este sitio meditaré por mis malos actos y mis despistes y también haré todos los minutos de silencio que haga falta. NADIE MORIRÁ DE HAMBRE POR MI CULPA NUNCA MÁS, LO PROMETEMOS.

Oh, Ente de Oort, qué triste estoy. Ojalá no hayas sufrido mucho en tu muerte…

Esta ha sido la vivencia que tanto me ha deprimido. ¿Esperabas algo más estúpido? Pues no, esta vez ha habido una muerte. No te lo esperabas, ¿no?

Añoraré su sonrisé

No hay comentarios:

Publicar un comentario