11 enero 2011

Deja que la rata lo escupa todo

Este día empezó fuerte, más fuerte incluso que tragarse una bolsa de pimientos rellenos de cemento mientras se hace pesas encima de una caja rusa al ritmo de una canción de aeróbic prohibida.

Pero antes de relatar lo más jugoso, he de decir que los ambientadores huelen deliciosamente bien. Casi puedo sentir el aroma en mi garganta como si fuera un puré~. Maselillo se ha portado genial conmigo… ¡diez puntos para Maselillo! (no es muy excesivo, ¿no?).

Vamos directo al grano y reventémoslo. Lo que la gente quiere saber es la verdad oculta tras todo este embrollo montado por la Peke. Yo ya lo sé todo y me siento más especial por eso…

Hoy es martes, 11 de enerio, un día lleno de revelaciones y de peques arrepentidas. La clase, a las 8:00, hervía de curiosidad en los pasillos. Mis compis reflufleaban de un lado a otro esperando a nuestra tutora Chelo, que, aunque no nos iba a dar clase, tenía previsto acudir a esa ahora con sus alumnos para solucionar este caso tan grave. Évelin, nuestra delegada, estaba muy relajada, no se la veía con ningún síntoma de inquietud. Por otro lado, el sonrosado Grongo Chu-depastel, sudaba y sudaba sin parar muy nervioso.


—Évelin… n, no lo hagas, pom favor —dijo el señorito rollizo muy angustiado.
—Grongo, ya nos han pillado. Somos como dos ratas en un agujero sin salida —explicó vencida la Peke.
—Ufff, Évelin, me has defraudado mucho, pensé que eras más lista.
—¿Perdona? Soy más lista que tú, desde luego. Y me parece fatal que te pases por el borde de la barriga todo lo que he hecho por ti. He fastidiado mi reputación de responsable.
—No te quejes tanto, Évelin, por favor. Yo he cumplido con mi parte del trato y seguiré cumpliéndola.
—Grongo, me gustaría seguir con este rollo, pero el tema se nos ha ido de las manos. Llegó la hora de entregar las llaves —Évelin se mostraba impasible frente a lo que Grongo le decía.
—¡Oh, no! Espera un poco más. Si no… si no dámelas y me las trago. Las guardaré dentro de mí hasta que quiera ir al baño.
—Guaah, Grongo, eso es un súper ascazo. Soy demasiado pequeña para estos problemas tan grandes. Le voy a dar las llaves a la profe ¡quieras o no! —harta de todo, la Peke sacó las llaves de la discordia de su bolsillo preferido.
—No si puedo evitarlo, mumumumumumumu —aprovechándose de la baja estatura de la nena, el obeso sudoroso le ARREBATÓ las llaves de sus manos cuando su desesperación era incontrolablex.
—¡Vuelve aquí, gamberro sudoroso! —la Peke, enfadada, comenzó a perseguirlo por los pasillos.

La persecución acabó pronto. Chelo apareció tan temible como una esfinge de palitos de yogurt frente al alumno huidizo. Grongo estaba en desventaja, una zancada suya equivalía a un cuarto de una zancada de la profesora. Era lento corriendo y estaba atrapado. Las llaves iban a retornar a los delgados dedos la docente en solo unos segundos.

—Dame, Grongo, esto no te pertenece. Es propiedad de la escuela —ordenó Chelo.
—Señorita, ¡NO! —Grongo vio su vida ante sus ojos y el temor lo obligó a pegarle un mordisco come-quetecomo a la profesora.
—Grongo ¡NO ME MUERDAS! —asombradísima, Chelo se liberó de las fauces con un movimiento encantador muy de moda en estos días.
—Ay mi vida.

Al fin, las deseadas llaves se habían liberado del gordie. Los felices alumnos aplaudieron mucho pero sin llegar a abollarse las manos; el éxito de la profesora había generado un nuevo y memorable capítulo en la historia de las hazañas de la escuela.

—¡Maldita sea, Grongo! ¿Qué puñetas haces? Me ha dolido —Chelo se impresionó mucho por el ataque.
—Lo siento mumumumucho, seño, pero no quería darle las llaves.
—Sabía que había alguien más implicado en el asunto de las llaves. Grongo, empieza a desembuchar todo antes de que haga el parte de incidencias por tu mala conducta.
—¡Mumumumumu!
—Deja de ponérmelo más difícil —Chelo pidió solemnemente.
—Grongo, se lo diré todo a la tutora si no lo haces tú —intervino Évelin.
—Gracias, Évelin, pero he de corregir esta falta de madurez. Grongo, estás complicando mucho las cosas, así que llamaré a los señores fuertes para que te lleven a la Cámara de la Verdad.
—¿Qué? No, señorita. Si lo hace no diré nada —Grongo advirtió con nerviosismo.
—Si lo hago lo dirás todo.
—Maselillo, vamos a ir a la Cámara de la Verdad. Siento una tremenda excitación —dijimos muy animados.
—No sabía que existía ese sitio. Tiene que dar miedo —Maselillo, estaba asimilando con lentitud los chocantes eventos que ocurrían.

La clase se encaminó al centro de la primera planta, donde palpitaba la Cámara de la Verdad. Ese sitio era como un juzgado escolar, allí los niños mentirosos vomitaban la verdad sin problemas. Chelo, aún sabiendo que la Peke podía decirle todo lo que ella conocía sobre el asunto de las llaves, deseó que Grongo fuese el que revelara la información como pena por su insensatez. Quería saber todo lo ocurrido antes de abrir el maldito cajone de los cojone.

La cámara fue abierta así sin más. Los alumnos fascinados se introducían dentro y con sus piececitos caminaban por el lugar. Estaban muy asombrados.


—Qué bonito este sitio, señorita —Mamá Vegas se sentía como en un cuento de hadas.—Oh, a mí me da sueño —dijo un alumno.

Ninguno de los allí presentes había estado nunca en ese sitio tan circular, pero todos, o al menos la gran mayoría, sabían que existía. Hubo un rumor muy fuerte, que actualmente está extinguido, que mencionaba que el suelo y las paredes de la Cámara de la Verdad estaban hechos de mortadela y salami, lo cual no es cierto. Sobre el techo de la cámara yace la Cámara de la Mentira, una habitación también circular cuyas paredes están recubiertas de un tejido orgánico vivo con poros por donde emana gases que, al olerlos, inhibe la facultad de mentir casi al completo. La cámara superior es visible desde la inferior gracias a una ventana redonda por donde pasa la luz solar. Esa ventana se sitúa en un compartimiento cóncavo que está unido al techo. En él, y mirando por la ventana, el alumno o alumna juzgado no pierde contacto visual con el juez. En todo momento, el rostro de los mentirosos es visible gracias al cristal.

Los señores fuertes depositaron la gran masa infantil grongosa en el compartimiento de la cámara de la mentira. Un sistema de micrófonos y altavoces permitía el dialogo entre los seres de ambas cámaras. Grongo estaba listo para ser interrogado, o al menos eso parecía.


—Madre mía, tiene una cara horrible —comentó preocupado.
—No digas bobadas, Maselines. El chaval se siente a gusto en ese acuario de vapores…, lo que ocurre es que lo dejan amodorrado.

La profesora Chelo había abandonado la sala para ataviarse con el atuendo adecuado. La extirpación de la verdad se iba a realizar a la de YA.

—Bien, comencemos.
—Está súper guapa, profesora —dijo una gentil alumna.
—Gracias.

Chelo se había situado bajo la cápsula. Estábamos todos seguros de que iba a conseguir su propósito. Además, las figuras redondeadas estimulan a los jóvenes a decir la verdad y ese cuarto es tan redondo como el ciclo de la vidah.

—A ver, Grongo, ¿te encuentras bien?
—Creo que sí.
—Pues respóndeme a esto: ¿cuántas personas están involucradas en el caso de las llaves?
—Dos —el sopor de Grongo influía en su forma de hablar drásticamente.
—¿Quiénes?
—Yo y la Peke.
—Se dice la Peke y yo —se entrometió la impertinente de Tulma.
—Silencio, Tulma —cuando la alumna cerró el pico, la profesora continuó con la labor—. ¿Has sido tú quién ha ideado todo esto? —cuestionó relajada y con lentitud.
—Sí.
—Estupendo, primera fase completada.


—Profesora, el pobre Grongo está sudando mucho. Lo veo muy malito —comentó Mamá Vegas inquietada.
—No está malito, Mamá Vegas. No te preocupes —aseguró Chelo con voz dulce.
—Me resulta muy violento ver a Grongo en ese sitio.
—Entiendo. Sientes demasiada compasión por los demás, lo cual es bueno, pero hay momentos en la vida en los que se debe actuar con frialdad. Mamá Vegas, será mejor que esperes fuera.
—Sí, profesora… sususú —comprendió la sorprendida alumna.
—Si no acabamos pronto, el gordito se ahogará en su propio sudor… Qué patético —dijo con cara burlona.
—Tulma, eso no ocurrirá.

El interrogatorio continuó y Grongo seguía chorreando como una esponjita empapadax.

—¿Por qué has involucrado a Évelin?
—Porque era la única que controlaba las llaves y a la que más podía chantajear.
—Ahora explícanos todo. ¿Por qué querías quedarte con las llaves? ¿Por qué no querías que abriésemos el cajón? —Chelo hablaba con calma.
—Pues… porque quería ocultar algo que no podía guardar en casa ni en otro sitio. Son unas revistas de coches muy especiales que colecciono. Y, como sabía que mis primos iban a quedarse en mi casa el día 20 de diciembre, quería dejar las revistas a salvo en un sitio en donde ellos nunca iban a poder entrar: la escuela. Fue entonces cuando se me ocurrió que Évelin podía ayudarme. Como sabía que íbamos a hacer el sorteo del jamón y que se iba a abrir el cajón del armario con las llaves que ella tenía para coger el bombo del bingo, aproveché para que ella guardara las revistas ahí dentro. Luego le di otro bombo a ella para que no se quedara la clase sin jugar —explicó con parsimonia sin saltarse ningún detalle.
—Así que era eso… Pero hay varias cosas que no comprendo ¿Por qué iba a hacer Évelin todo eso? ¿Cómo la chantajeaste? —Chelo veía contenta como fluía la conversación deseando saber otras respuestas.
—Pues, como yo colecciono revistas de… cierto kiosco muy especial, me han dado por ser un buen cliente y amigo del quiosquero, una gran caja de viejos números de la revista Gatita V-Pop. Como la Peke las colecciona pero no desde hace mucho, le dije que le daría los números normales y los especiales atrasados si guardaba mis revistas en el cajón hasta que se fueran mis familiares de mi casa.
—Évelin, ¿de verdad te apasionan tanto esas revistas?
—Si, profe. Es que no compré ninguna del 2008 y 2009 y todas ellas te vienen con pósters y accesorios súper chulos. Ah, y si entregas a la editorial antes del 2 de Marzo, todos los códigos de barras de todas las revistas que se han vendido, incluidas las ediciones especiales entras en el sorteo de un viaje a Florida para participar en el rodaje de una peli en donde salen los actores que más me gustan. Y yo, pues… quiero ir… No podía decirle que no a Grongo porque quería las 25 revistas que me faltaban. Pero cuando la cosa empeoró, supe que era hora de cortar con todo —declaró sonrojada pero firme.
—Ya veo. Grongo, te has aprovechado de la condición de delegada de tu compañera Évelin, que es la única de la clase con acceso a las llaves.
—Lo sé.
—Pero no llego a entender porqué tuviste que escoger un lugar tan extraño como el cajón del armario de la clase. Y entiendo menos aún, que tengas que esconder unas revistas de coches.
—Señorita, lo siento, pero no tengo ningún otro sitio donde esconderlas. Quería dejarlas a salvo de mis primos porque ellos inspeccionan toda mi casa en busca de cualquier cosa. El año pasado las encontraron pero dejé que las vieran. Si no hubiera dejado que las viesen se habrían chivado a mis padres de que las tengo y no quiero que ellos se cabreen conmigo... Y yo no quise arriesgarme este año a sufrir lo mismo por culpa de mis primos del pueblo.
—¿Tus padres te castigan si ven que escondes revistas de coches?
—Mumumumumu sí. Y no me gustan los castigos. Mis primos se van de casa este miércoles, por eso quería que Évelin siguiera guardando las llaves del cajón para que nadie las cogiera. Pero nunca pensé que iba a insistir tanto para que le diera las llaves —Grongo hablaba angustiado pero sin exaltarse.
—Grongo, me parece absurdo que escondas revistas de coches en un cajón de la escuela. Pero si es así como piensas no puedo hacer nada para cambiarlo. ¿Tienes algo más que decir? —Chelo no detectaba la lógica en ciertos sucesos.
—Sí. El bombo del bingo que le di a Évelin estaba trucado. Lo manipulé para que me tocara a mí el jamón.
—Eso lo noté ligeramente cuando vi que empezaste a sudar como una catarata —con una sonrisa distorsionada, Chelo dio por finalizado el juicio.

La verdad había sido descubierta. Grongo propuso a Évelin, la encargada de las llaves, que guardara en el cajón del armario sus revistas de coches y que lo dejase cerrado con llave hasta que sus primos fisgones se fuesen de su casa. Además, le pidió a ella que mintiese constantemente de que se olvidaba de traer las llaves a la escuela. A cambio, Grongo le ofrecía a Évelin las revistas que ella colecciona.

La clase salió de la Cámara de la Verdad con la misma sensación con la que se sale de una montaña rusa endiablada. Entre cuchicheos y palabras misteriosas, mis compis, Maselillo y yo nos dirigimos al aula junto con la profesora y las llaves colgando de sus manos. Grongo se había ido al baño, después de que los señores fuertes lo sacaran de ahí, para asearse y refrescarse un poco. Los vapores le habían dejado muy atontado, parecía un sonámbulo escolar.

—Bien, vamos a abrir el cajón. Hay algo que no me cuadra del todo.
—Profesora… ¿es verdad que la cámara asegura que lo que dicen los alumnos juzgados es verdad en un 95%? —preguntó Évelin.
—Sí, eso me han dicho —dijo extrañada.
—Pues es cierto. Hay algo en lo que Grongo ha mentido.

Chelo supo a qué se refería la Peke. Los alumnos estaban muy intrigados después de oír a la Peke afirmar que hubo un 5% de todo lo que dijo Grongo que no era cierto. La profesora, en un CLUCU-CLEKE, abrió por fin la cerradura del cajón de las maravillas.

En su interior yacían materiales para trabajar en clase: tijeras, papeles, cinta adhesiva y cajas de grapas. Había algún que otro diccionario español-suahili y moléculas de polvo acurrucadas en las esquinas. Al lado del bombo del bingo, las pelotitas y los cartones, se hallaban las jodidas revistas. Chelo, las sacó y las tiró al suelo asqueada pero satisfecha.

—¡Lo sabía! Estas son las revistas de Grongo.
—¡¡¡OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOh!!! —la clase vociferó un tremendo OoOoOoOh de estupefacción.


Casi todos los alumnos manifestaron un brusco sentimiento de espanto. Parecía que habían visto un cadáver.

—¡OOOOOOH!, qué fuerte, qué… ¡OOOOOOOOOOH! —Ambrosio había recibido un impacto visual muy intenso.
—Ambrosio, respira hondo.
—¿Qué es esto? ¿Dónde está la cigüeña? ¡Mneeeeh, güeeeeeh—sollozó perturbada Little Aurora.
—Profe, ¿eso son… coches con tetas? —preguntó Bruno atemorizado.
—No, Bruno, esto es pornografía. Vaya… esto parece más una clase de preescolar que una de secundaria —objetó asombrada.


—Señorita, qué vicio tienen algunos, ¿usted opina lo mismo?
—Sí, Mamá Vegas, sí. Pero tampoco es para tanto.
—Qué asco, Dios. Ese regordete lo que quería era que nadie viera el porno que tenía guardado. Supe desde el principio que las revistas no eran de coches —Tulma expresó con repugnancia.
—Qué barullo con el pornito. ¿Acaso no sabéis que ponen pelis porno después del horóscopo de las 2:10? Esta noche ponen a Juana Pezonia y a Ayokunle Cohete en HD —anuncié a la clase aunque nadie me tomó en serio.
—Yo no he visto nada de eso… A esa hora estoy sobando.
—Qué aburrido, Maselillo. Si en el porno salen caballos, caracoles y un millón de cosas más.

La clase conmocionada retornó a la normalidad. La profesora había confiscado las revistas y sus alumnos no pararon de hablar del tema durante las horas siguientes. A Évelin la han destituido del cargo de delegada hasta el mes de febrero y a Grongo se le ha sancionado con dos semanas sin recreo. Además, Grongo no participará en el sorteo del jamón este año por haber hecho trampa.

Nos preguntamos con fuerza si esas dos almas seguirán hablando entre ellas después de lo ocurrido. La Peke y el gordito no intimaban casi nada. Creemos que la Peke se quedará sin más revistas y que Grongo se ha ganado el sambenito de salido.

Bueno, chiquis, os dejo. Estamos hartos del temita de las llaves. Ahora que ha terminado podré jugar en paz.

¿A que la Cámara de la Verdad es una preciosidad ♥?

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