20 noviembre 2010

Secuencias de mal gusto en el nacimiento de una escalera

A veces en nuestra propia casa nos sentimos solos y aburridos, es el único momento de nuestras vidas en el que no estamos rodeados de sumnongles. Será que la escuela es como una gran familia de imbéciles pero fascinantes seres que te acogen como uno más en las aulas, aunque a veces te griten, agredan o decepcionen… Al fin y al cabo, lo que importa es tener compañía (por si los abejorros).

Tantas horas en estado meditabundo, reflexionando sobre la soledad, me han incitado a bailar como una churra del disco-samba. La música que escucho es un poco hortera, por eso de vez en cuando me gusta variar y escuchar algo más bailable y peculiare. Siempre tengo una alternativa noventerah guardada en los huequecitos del mueble que aguanta la caja boba. Lo primero que pillé fue un DVD en donde tengo grabado el Mucha Marchaaa: Edición platina. Lo conservo tan bien como si fuera un sándwich alienígena. Bueno, tampoco es para tanto, lo tengo guardado en el estuche rojizo y ya está, joder.

Inserté con discreción el disco en el orificio del reproductor. Cuando se lo tragó, aplasté el botón PLAYS y me dejé cautivar por las imágenes y sonidos de la pantalla. La señora del programa no bailaba, hacia ejercicios de gimnasia, pero yo aún así danzaba Y SIN CONTROL. El éxtasis era incontrolable y mi baile contemporáneo no llegaba a su fin. Pero hubo un pequeño disparate tirado en el suelo y sin darme cuenta lo pisé y me caí. El accidente acabó con mi cuerpo encima de la mesita de mi salón hecha añicus. Nunca una danza había sido tan destructiva… Lo siento, mesa de mi salón.

Luego me dio un fuerte y aterrador horror vacui y me sentí obligadis a comprar rápidamente una mesita nueva que suplantara la anterior y llenara ese vacío en el centro del salón. Eran las 10:40 cuando salí por la puerta en dirección a la tienda de muebles más cercanana.

Cuando llegué a la tienda Muebli para tu casita, ~muack~, me puse a buscar un modelo de mesa similar al de la que tenía, pero hubo una completamente diferente que me llamó la atención.


—Es muy peculiar se apoya sobre el suelo con una técnica muy nasal —me dije hacia mis adentros.

El dueño de la tienda, que pululaba entre las tinieblas de los muebles, se acercó a mí. Me dijo que la mesa estaba descatalogada y muy rebajada de precio, debido a la enorme cantidad de tiempo que llevaba en la tienda. El dependiente quería deshacerse de ella de una vez por todas. Yo tenía poco dinero y esa mesa era lo que más se ajustaba al contenido de mi monedero. Así que decidí comprármela, especialmente porque era muy original. Además, según decían los rumores, la mesa está fabricada con las cuatro cabezas vivas de unos bolcheviques. Es espeluznante, lo sé, pero no me lo creo, aunque la mesa suele mover los ojos y parpadear… (es misteriouso).

Me fui de la tienda algo incomodə y con algunas advertencias introducidas en mi cabeza. Uno de los consejos era mantener calientes las cuatro napias con calcetines de franela en invierno para que la mesa no perdiera el equilibrium. Y el consejo más importante era no destruir la mesa o abandonarla porque si no tendría un año de mala suerte, fuff… Creo que la he cagado comprándola, ¿no? De todos modos siempre puedo regalársela a alguien.

Ya en casa ordené las cosillas que no estaban ordenadas. Después seleccioné y atrapé una caja medio olvidada de mi habitación para meter en ella los trastos que ya no usaba a menudox. En su interior encontré un álbum, muy valorado por mí, que recopila los cómics de Giosilette y el pasaje de la hipérbole de la revista infantil Rajatablas. Sus famosas moralejas me han guiado por el buen camino de la vida. Tengo que enseñaros una página del cómic. Disfrutadla:


La moraleja mola lenteja, ¿verdad?

Por la tarde noté como unos bultos sospechosos se acumulaban en la cocina. Se trataban de varias bolsas de basura que tuve que hacer desaparecer de un modo u otro. A las 14:10 me fui a tirarlas al contenedore. Retornando a casa hallé justo en la escalera de mi portal a un pequeño cabezón que dominaba el arte de mirar a dos sitios distintos a la vez.


—¿Tirando la basura de casa?
—No, tocando la flauta del demonio.
—Ay, esta juventud, cuánta imaginación tiene —respondió sonriente el encapuchado azul verdoso.
—No.

Cuando estaba abriendo la puerta para entrar, el encapuchado volvió a dirigirme la palabra.

—¡POESÍA, POESÍA, SÍ, POESÍA! ¡SEGURO QUE ESTARÁ GRITANDO DE PLACER, O DE DOLOR! Pero, como es un bebé seguro que gritará de agonía. Cuando se cansen de ese mocoso ¿qué harán con él?, ¿lo dejarán tirado por ahí?, ¿lo matarán? Jajaja.
—¿Qué puñetas estás diciendo, enano cabezón? —dijimos estupefactos y con los ojos como vajillas.
—Sabes de lo que estoy hablando muy bien. Venga, ahora corre y métete en tu edificio sin vecinos, sin nadie que te ayude.
—¿Estás intentando meterme miedo o algo parecido?
—Oh, me has pillado. Se me da muy mal atemorizar a los adolescentes granudos —confesó dulcemente el pequeñín.
—Pues pírate a freír castañuelas.
—No me da la gana. Tengo una curiosidad muy grande y voy a seguir mirando a ver qué haces.
—Pues yo tengo una pata muy loca que quiere pegar patadas a todo enano estrábico que vea.
—No te enfades, si no he hecho nada malo.
—Me estás acosando. Además, eres tan patético que te sale mal hacer el mal.
—Oh, qué cruel eres conmigo. Si te portas bien te daré a Poesía —propuso con voz dulzona.
—Tú no lo tienes, lo sé. No puedes cargar ni con tu propia cabeza y mucho menos con Poesía.
—Jajaja, eso ha tenido gracia. ¿De verdad piensas que no lo tengo?
—Muérete dentro de cinco segundos, plix —dije con un nivel de fastidio muy alto camuflado con una serena seguridad.
—¡Oye! —gritó asombrado antes de haber dado yo un portazo y dejarlo afuera solitoooh.

Sé que ese individuo asqueroso, pedófilo y cobarde no lo tiene. No es más que un fantoche mentiroso y un asediador virolo. Le gusta mirar con ojos lascivos al niñerío que se divierte en la intemperie, pero dudo que sea capaz de toquetear cuerpecitos nenosos. A pesar de todo, tengo a ese cretino en mi punto de mira, trululú.

Uff, es muy tarde y he de dormir. Quiero conciliar el sueño e intentar olvidar esas aberraciones que dijo del missing baby Poesía. Ciao y dejadme en paz, ¿no?

¿O sí?

Punto y explot.

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