16 junio 2011

Todos menos yo

El deseado día del calendario escolar ha llegado al presente: Por fin han entregado las notas (no musicales) a los niños de mi escuela. En ellas se ve la cosecha del trabajo de todo un curso.

Esta mañana llegué un poco tarde al interior de la escuela. Estuve a punto de cometer una terrible falta de respetum, pero no fue así. Cuando llegué al aula, la profesora me entregó en la mano el papelito con las calificaciones obtenidas en el último trimestre. Por desgracia, no pude ver ni notables ni sobresalientes, pero afortunadamente tampoco pude ver ningún insuficiente. Aprobar es lo que cuentah.

Queridos alumnos: el curso ha acabado. Los que habéis suspendido, ya sabéis que los horarios de los exámenes de recuperación se encuentran en los tablones del vestíbulo —Chelo hizo sonar una palmada tras anunciar lo que hubo anunciado.

Quise hablar con los sumnongles de mi pandilla, pero, por haber llegado algo tarde, no pude ni siquiera verlos. La mitad de la clase ya se había ido. Solo quedaban los alumnos de relleno, que miraban sus notas con diferentes expresiones faciales.

Misión conseguida: Mis padres me van a regalar un móvil con carcasa bañada en oro por haber aprobado todas —dijo Arturo Eleutestes, el dandi de la clase con ropa vistosa que desprendía aroma a azahar recubierto de chocolate.
Estupendo, Arturo, me alegro por tus logros. Yo no sé si mis padres me darán algún regalillo —comentó dudosa la chica del sombrero de flores.

Caminito de Belén Jardiña, o más conocida como Belén Jardiña, siempre lleva su simbólico sombrero floripóndico consigo. Ella, que vio sus notas aprobadas, había decidido repartir postales publicitarias que cogió de alguna parte del recinto escolare. Con sus deditos pincigüeños, mareó y revolvió el tocho de tarjetitas que cargaba en su mano manuela.

Arturo Eleutestes es uno de los chicos más longevos de la clase. Siempre se peina con la raya a un lado y se pone gafotas redondas para impresionar. Le gusta andar como un gallo en celo entre las hembras de la escuela e impresionarlas con sus encantos verbales y sus artilugios caros de categoría superdeluxe, no aptos para pordioseros.

Los otros alumnos no parecieron darse cuenta de que iban a ser víctimas de los repartos propagandísticos de la rubita floral.


¡Compañeros!, abrid vuestras manos que os voy a dar las últimas postales publicitarias del curso —notificó animada.
Yo no quiero coger nada de publicidad de peluquerías o de clases de equitación.
No es nada de eso, Peronzo. Estas postales son de un centro de talasoterapia —explicó la nena.
Oh, pues dame —Peronzo alargó su mano verde y cogió la postal.

Peronzo Suárez es uno de los alumnos más verdosos de El Diptongo de Coser y Cantar. Siempre está por ahí… como las moscas.

Más tarde, llegaron los cinco alumnos que faltaban para recoger las fotocopias de sus notas. La profesora había salido ya del aula y en el pasillo dio a sus pupilos los últimos boletines de notas.

Nfod, ndu, mmm… mnuh —musitó Yamiley mirando no con mucho agrado su evaluación.
Ay, Orlando, la has vuelto a cagar. No me cuentes milongas nunca más —exclamó asqueadah la choni de moño colosal que veía sus fracasos impresos en el papel.
No, Romina. Te dije que si no aprobabas ahora, lo harías luego en la recuperación.
¿Ah, sí? —preguntó aliviada y abriendo sus ojos color verde esperanza.
Sí, sí, sí. Hace unos días tuve una premonición y vi que conseguirás pasar de curso de un modo u otro. Esta vez sé que ocurrirá porque el vaho en mi ventana nunca miente —aseguró negando con la cabeza.


Orlando Latumba es un tipo flacucho sin mentón que siempre lleva una corona con enormes pinchos romos. Dice poseer una habilidá especial: la de tener premoniciones a cada momento, aunque muy pocas de esas premoniciones se suelen cumplir, y, de las que se cumplen, casi ninguna es trascendental. Lo más importante que ha predicho hasta la fecha ha sido el accidente de la tutora Chelo con el bolígrafo y su nariz.

Romina Frotichas es una gandula maleducada, de piel morena y labios carnosos, que recurre a Orlando para escuchar los vaticinios sobre el futuro de su vida escolar. Malgasta el tiempo de clase en maquillarse, dormir, peinarse y hacer otras cosas inútiles. Es una petarda que solo sabe rellenar la silla con su culo de adolescente descarriadax.

Yamiley, o más bien Tetere Yamiley Puig, es la alumna más joven de la clase (pero no la más chiquitinga). Algunos seres la llaman Yamiley, otros la llaman Tetere y otros no la llaman de ninguna manera porque no quieren hablar con ella ni sobre ella. Su pelo castaño está recogido con dos coletas de ornitorrinko y su piel blancuzca es suave como el papel de una revista de ropa de bebé. Siempre está callada y tensa. Se acopla en aglomeraciones de estudiantes sin decir nada, excepto en esporádicas ocasiones en las que emite algún gruñido u otro sonido que no sirve para dialogar.

—Qué asco. Si repito otra vez me voy a quedar calva del aburrimiento —dijo Romina rascándose el pelo con sus uñas verdes.
—Si plantas gandulitis, obtendrás suspensos —recitó Belén bailando una coreografía minúscula.
—No me cuentes mierdas, Mariflores.
—Chicas, haya paz, que quiero hacer sesión de fotos afuera y no quiero caras de disgusto —intervino Arturo.
—Fotos en el colegio —murmuró la achatada Yamiley.
—Yo predije que hoy va a llover. Arturo. Compadre, se te va a mojar el aparato —le advirtió adoptando una expresión misteriosa.
—¿Mi aparato? Mi cámara es impermeable, colega, se la puedo dejar a los atunes para que se hagan fotos. Pero, obviamente, no lo haré.
—¿Puedo salir en las fotos? —preguntó el sossette de Peronzo.
—Me lo pensaré —contestó con voz poco convincente.
Debemos hacernos una foto con nuestra amada tutora. Hoy está radiante como un domingo soleao.
—Rápasela —solté yo, así sin MÁS.
¿Qué? —preguntaron atónitos sin entender nada-dadadá.
—Perdón…

Cuando el parloteo de los sumnongles comenzó a suavizarse, Tulma, la empollona vanidosa, apareció ante nosotros tras haber atravesado la maraña de pasillos.

—Oh, vaya, un combo de doce dieces, tal y como esperaba —Tulma sonreía gustosa—. ¿Pero qué veo aquí?, ¡he sacado un nueve en educación física! Eso me pasa por haber sido tan perezosa, jojojo.
—Eso te pasa por haber jugado mal con las dos pelotas del profesor. Ups, quiero decir por haberle hecho la pelota, eso que haces siempre —comenté a la sabihonda.
—Silencio, alimaña insufrible. Haz callar a tu envidia, que te mueres de rabia al comparar mis notazas con tus lamentables cincos y seises.
—A diferencia de ti, yo no voy adulando a los profes para subir mis notas dos o tres puntos más.
—No digas bobadas.

Nuestra discussione acabó pronto, como las aventuras en la montaña rusa de Isla Cilantro.

La profesora Chelo, que estuvo hablando con dos alumnos decepcionados con las calificaciones de su boletín de notas, se dirigió a los alumnos que aún seguían en el pasillo para entonar unas noticias muy musicales.

—¡Alumnos! Para los que queráis, podéis participar en los minicursos de verano que organiza la escuela. Hay dos cursos muy interesantes: uno de onicología, donde aprenderéis todo sobre las uñas, y otro sobre aplausos, para que aprendáis a aplaudir con propiedad. 
—Talvez me apunte —susurró Peronzo.
—Y otra cosa muy buena: Basilión va a repetir curso. Suena mal que esto lo diga una profesora, pero como siempre estaba montando follones… —comunicó con voz de escarabajo.
Eso es fantástico, muy fantástico. Ya no voy a recibir collejas —Orlando se alegró de verdad verdadera.
Chao, alumnos. Matriculaos y estudiad los que tengáis que recuperar en las pruebas extraordinarias. ¡Hasta el curso que viene! —se despidió con mucho amorcito ♥.
—¡Hasta el curso que viene, profesora! —respondimos todos.

Nuestra tutora agarró su bolso y agitó su mano en modo de despedidah.


Los alumnos, algunos felices, otros apesadumbrados, comenzaban a mover sus cuerpos en dirección a la salida del edificio con sus notas en las manos. Pero antes de que fueran autoexpulsados, Tulma nos pidió que nos DETUVIÉRAMOS COMO ESTATUAS.

Esperad, que tengo algo que daros —pidió anteponiéndose al grupo.
—¿Qué es, Tulma?
—Son las invitaciones de la fiesta de fin de curso que voy a organizar en mi ático. Vosotros sois los únicos que faltáis por recibirlas.
¡Tulma, qué bien te lo montas! Parecías una pringada, pero en realidad pienso que eres la puta ama —opinó la entusiasmada Romina.
—Claro, Romina —dijo sintiendo vergüenza ajenosa.
Tulma, ¿puedo repartir YO las invitaciones? —preguntó animada Belén.
—No —negó de manera cortante y sonriente—. Y cada uno deberá traer tres euros si quiere entrar. Os digo que será un evento sensacional e inolvidable.

Todos los alumnos recibieron las invitaciones, excepto yo, tal y como esperaba.

—Tulma, falto yo.
—Oh, lo siento. Mi casa tiene mosquiteros en todas las ventanas. No creo que una cucaracha como tú se pueda colar en la fiesta —dijo la cabrona.
—Pues te falta colocarle trampas para ratas, porque hay una muy grande llamada Tulma que pulula por allí.
—Pero la rata celebrará una fiesta con todos los compañeros de su clase, y la cucaracha se quedará sola en su casa —arremetió sin piedad.
—Mejor que esté sola a que esté muy mal acompañadax —expresé asqueadis.

Nos largamos de ese lugar dejando atrás a Tulma y a los otros compañeros de clase. Haber promocionado me generaba tanta felicidad que la desinvitación de la empollona no enturbiaba ni un ápice mi estado de ánimo. Al menos eso creo…

Salí del instituto/escuela/edificio del sufrimiento para volver a esconderme en casa. Después de matricularme, no volveré a ver el interior de la escuela hasta septiembre.

Maldita Tulma. Maldecimos su fiesta con el CUERNO NEGRO DEL DEMONIO DE LAS MAZMORRAS. 

2 comentarios:

  1. Trémula Travenosa10 de agosto de 2011, 19:51

    Si es que esa Tulma no tiene remedio, es una pedante insoportable, !no la aguanto¡

    Tu no te rebajes, que seguro que su fiesta será una porquería.

    Me pregunto de que estará repartiendo publicidad Belén ahora mismo... ¿Supermercados? ¿colchones? ¿sex shops?... quien sabe....

    Mucho animo y disfruta de las vacaciones cual Byakurena!!!

    ResponderEliminar
  2. Su fiesta fue una porquería. No estamos seguros del todo, pero olía a FRACASO TOTAL. Al menos eso creemos...

    Gracias por tu apoyo, te recompensaría con un bollo, pero no tengo ninguno ahora, Señora Travenosa.

    ResponderEliminar