07 diciembre 2010

Sobre lo blanco resalta cualquier color

Qué fantástico es este maravilloso puente de días no laboráblebles. Comenzó cuando murió el domingo y acabará mañana, miércoles inmaculado. Es un momento de disfrute y de vive la vida a topeh, excepto cuando se tienen deberes que hacer y exámenes para los que hay que estudiar… Vaya mierda.

Sin embargo he podido disfrutar de muchos momentitos de ozzio (u ocio) En uno de ellos, mientras me entretenía con algo, pensé en cómo traté a ese chiquialumno aquel día en la escuela. Sé que se merecía que su camión de juguete acabara destruido, pero… si se destruyó no fue por mi culpa, sino por la de esos gordos deformajuguetes de chichas bailongas. Los responsables del destrozo son los miembros de esa orgía de sobrepeso, no YO. En fin, qué le voy a hacer.

No entiendo cómo puede alguien encariñarse con un juguete tan horrendo. ¿Acaso transmite placer por sus ruedas y por sus plasticolmillos? No entender, no entender…, ¿o sí? De hecho, yo conservo uno que era de los juguetes menos fascinantes que he tenido y aún así me encantaba. Uff, creo que nunca llegué a querer a un juguete tanto como a ese en aquella etapa de mi vidah. Aquí os lo enseño, recién sacado de la caja de la porquería vieja:


Se llama Edulkorante y surgió de las profundidades del envase repleto de golosinas en donde venía como un regalo sorpresa. Lo conseguí en 1998 cuando era súper peque, dos años antes de que la empresa de golosinas que lo regalaba cerrase. El pobre tiene un diseño muy hortera, pero eso me da igual y no por ello siento más compasión por él. Ahora va ir directo a la caja de donde salió; la añoranza que he sentido solo le ha dado unos cinco minutejos de libertad, ¡mais que suficient!

Dejando los juguetes de lado quiero retomar el tema de los deberes. Mi profesora Chelo nos ha marcado algunos ejercicios de El libro de las oscuras confabulaciones. Los profesores de filosofía como Chelo suelen empezar a aplicar las enseñanzas de este libro a finales del primer trimestre. Según ella, si nosotros supiésemos resolver aunque sea solo uno de los ejercicios de ese libro, nos convertiríamos inmediatamente en los nuevos filósofos del siglo XXI. Es fascinante pero imposiblerg.

He fotografiado un ejercicio del libro. Está relacionado con un pequeño relato que trata de una chica entristecida que pierde su rostro cuando su padre y su madrastra empiezan a ignorarla y a no darle cariño. Esa chica secuestra a la comadreja, la mascota de la madrastra, y se fuga de su casa para hacer cosas raras con ella en un páramo helado. En la ilustración se ve lo que ocurre después. Es algo espeluznante…


Recuerdo cómo el viernes la clase entera se conmocionó al ver los ejercicios de este libro. Cuando la Frussie captó con sus ojos lagrimosos el no-rostro de Lady Geraldine empezó a sollozar por la angustia y a expulsar agüita ocular.

Ahora me encuentro en el dilema de saber cuál de los dos búhos dice la verdad. Según Chelo, la verdad está oculta en el texto y debemos acceder a ella meditando y razonando. Oh, tío, ¡qué hastío! Prefiero los ejercicios de la clase de historia…

Es hora de cambiar de tema que las cosas de clase ABURREN.

Ayer nos propulsamos al campito de la periferia de la ciudad, lugar donde viven los animales más normales y aburridos de la superficie extrametropolitana. Lo guay fue que estaba todo blanquito como un folio para dibujar. Las nubes habían vomitado nieve por todas lados. Se nota que señor Diciembre ha llegado.

Ese día me puse el gorrito y los guantes color oveja, y me ahorqué sin asfixiarme con la bufanda que me regaló mi difunta abuela materna (Abu~ I love iu). Me introduje en la masa congelada y blanquecina de las afueras mientras esquivaba matojos y otros entes vegetales que sobrevivían en el frío lugare. Quería pasear por esos sitios no paseables para no encontrar paseantes indeseables. Pero hubo algo que encontré justo en el mismo sitio donde lo vi por primera vez. Era la sonrosada bailarina frustrada.


Se alegró mucho al verme. Estaba muy abrigadita y cómoda sentada en ese sitio. Se veía muy adorable con ese atuendo invernal.

—¡Hola! Cuánto tiempo.
—Mmmmm…
— Eres muy adorable ♥ —le dije con pudor.
—Mmmmmmmmmmm ♥… —la criatura sonriente parecía comunicarse solo con mmmm.
—Uy, qué linda.
—¿Mmmmmmm? —me miró con extrañeza.
—Perdónenos, queríamos decir lindo.
—¿Mmmmmm? Mmmmm…
—O tal vez lində. Si hablara me podría especificar qué sexo y género es usted —la confusión abarcaba todo mi ser.
—Mmmmm… Yo soy mmmmmmmmm…
—Oh, ¿quieres decir que eres hermafrodita?
—Nommm exactamentemmmmm.
—Eres un misterio en la nieve —le comenté con una suave risa de primavera.
—Símmmm.
—Nos sentimos identificados contigo —le confesé lo que pensaba—. ¿Cómo te llamas?
—Creo que me llaman Ente de Oort —la criatura se identificó con gusto pero con inseguridad. Su voz sonaba fañosa, lenta y grave.
—Interesantex. Cuéntame algo sobre ti, eres muy intrigante —yo me arrodillé ante su cara para escucharlo más de cerca.
—Mmmmmm… Vine desde muy lejos para aprender ballet pero algo salió mal y me quedé aquímmm abandonadmmmmmmmmmm…
—Qué pena. Pero ¿qué te pasó? Me lo puedes contar, yo no se lo diré a nadiex.
—No quiero contarlo, me pongo tristemmmmmm…
—Lo siento.

Después de un silencio chiquitito mirando el cielo nublado seguí atosigándo al ente a preguntas para saciar nuestra curiosidad.

—Y ese líquido verde de aquella vez ¿qué era?
—Crema solarmmm de aloe vera. Me senté sobre ella sin querer, creommmm… —confesó el Ente de Oort.
—Ajam —me desilusioné al oír que solo se trataba de un vulgar ungüento—. ¿Y quién te ha vestido así?
—Una anciana muy simpática que me vio desde lo lejos y que quiso protegerme. Ella me traía comida y a veces se quedaba conmigo. Creo que murió hace una semana por culpa de una enfermedad. Es muy deprimente —Ente de Oort entornó sus ojos y dirigió su mirada al suelo con pena.
—Sí, pobreshita. Es una historia muy amarga. Entonces, ¿llevas aquí desde que te vi por primera vez?
—Símmmmmmmm. No me puedo mover.
—¿Y por qué no te han llevado al médico?
—Porque la gente no me puede ver y los que me pueden ver huyen nada más verme.
—Vaya problemón, no sé si podré ayudarte.
—No creommmm… Pero con que me traigas unos bocadillos de atún y mayonesa lo antes posible será suficiente y de gran ayuda.
—¿Pero no te has alimentado desde que murió la vieja? —lo hubiera hecho o no, el Ente de Oort se había quedado muy delgadus.
—Simmm. Me he comido muchas palomas y conejos que pasaban por aquí pero hace tiempo que no pasa ningún animalito comestible.
—Qué asco —objeté con poca mesura.
—Mmmmmmmmmmm… —dijo con vergüenza.
—¿Vas a seguir llevando esos pompones rosados en los zapatos? Como veo que no te hacen falta tal vez me los podrías dar.
—Mmmmmmmmno… Son especiales para mí.
—Vale, vale, no hay problema. Bueno, me voy ya —solté una pequeña risita nerviosa al escuchar la respuesta.
—Gracias por la visita y si no es mucha molestia, ¿me podrías traer esos bocadillos para sobrevivir?
—Claro, cuenta con ello —le dije al sonriente Ente de Oort mientras me iba pasito a pasito.

Ese fue el diálogo que tuve con esa criatura enigmática. De verdad me gustaría saber de dónde vino ese personoide sonriente, cómo llegó hasta aquí y qué fue exactamente lo que le pasó. Lo mejor es que tengo guardada su sonrisa sonrosada en una esquinita de mi corazón. En serio, digo la verdad.

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